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Un gran ejemplo fernandino

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HERNÁN SORHUET GELÓS
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La emblemática Estación de Cría de Fauna y Flora Autóctona “Tabaré González”, cumple cuatro décadas.

Si bien su inauguración formal ocurrió el 26 de abril de 1982, fue dos años antes que comenzó a materializarse esta brillante idea en 80 hectáreas del Parque Municipal Cerro Pan de Azúcar. El lugar había pertenecido a Francisco Piria, donde muchos años antes explotó una importante cantera de granito.

El gran acierto fue asignarle el proyecto a Tabaré González Sierra, un intuitivo, comprometido y vocacional ciudadano con el valor intrínseco de la naturaleza uruguaya.

Desde el comienzo materializó la idea -por entonces de avanzada- de que aquel proyecto no fuera un zoológico municipal más, sino una institución enfocada a la exhibición y cría de ejemplares de la fauna y la flora autóctonas.

Participó desde el comienzo en la llamada “Operación Venado de Campo” (1980), en la cual varias instituciones sumaron sus esfuerzos para llevar adelante un programa de rescate del cérvido más representativo de nuestro país, por la abundancia que supo exhibir en el pasado a lo largo y ancho del territorio nacional, pero afrontando en el presente una situación poblacional muy delicada que la acerca a la extinción. Recordemos que en enero de 1985 el gobierno uruguayo declaró al venado de campo “Monumento Natural de Uruguay” con el fin de extremar su protección.

Y fue justamente en el manejo de esta delicada especie donde Tabaré González demostró todo su talento. A partir de unos pocos ejemplares provenientes del sobreviviente rebaño salvaje de Salto, consiguió consolidar el grupo en semicautividad más numeroso del mundo, sin necesidad de recurrir a la extracción de nuevos venados de la naturaleza. Continuando con aquel magnífico legado, hoy la institución exhibe orgullosa 120 ejemplares.

Contribuyó de manera muy notoria con la reivindicación y valoración de la diversidad biológica nacional, especialmente estando al frente de una institución zoológica que, como sabemos, históricamente en ellas se priorizaba la exhibición de ejemplares exóticos lo más llamativos posible por su porte, belleza o ferocidad.

Desde luego debió superar muchos obstáculos para conseguirlo, pero sus convicciones y resultados siempre estuvieron de su lado para convencer a las autoridades de turno al frente de la Intendencia de Maldonado que iban por el buen camino.

En 1983 llegó el gran reconocimiento oficial, al recibir el “Premio Nacional de Medio Ambiente” que cada año otorgaba el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente.

Durante todos estos años la estación de cría ha cumplido con éxito su multipropósito: jerarquizar la fauna y flora indígena, reproducir especies nativas, desarrollar actividades permanentes de educación ambiental, generar conocimiento científico, y contribuir con la formación y capacitación de personas dedicadas a la biodiversidad.

A casi seis años de su desaparición física, comprobar la solidez institucional que mantiene la Estación de Cría del cerro Pan de Azúcar, es el mejor recordatorio para la persona que, pensando en las futuras generaciones, hizo realidad sus sueños de conservación del patrimonio biológico nacional.

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