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El desafío de los residuos

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HERNÁN SORHUET GELÓS
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El Museo de Diseño de Zurich está presentando en el hall de la Casa Central del Banco de la República, una muestra impactante sobre la cantidad y variedad de residuos que hoy asfixian a los océanos.

Allí está esparcida una cantidad aproximada de los residuos que se calcula ingresan a sus aguas cada 10 segundos. Son reales y proviene de aguas del Pacífico.

La muestra está recorriendo el mundo con el propósito de generar mayor conciencia de la peligrosa situación de contaminación, a la que estamos sometiendo a los mares del planeta.

Resulta interesante que esta campaña surja de una organización dedicada a crear productos útiles con diseños hermosos, porque no se detienen en lo logrado, sino que se interesan en conocer qué sucede después.

La casi totalidad de los productos de la muestra son plásticos, lo cual resulta comprensible si pensamos en la logística de la propia muestra. Ese material es duradero, inerte, liviano, etc. Pero, a simple vista induce al error, si no se hacen las aclaraciones pertinentes. A los mares vertemos toda clase de residuos: sólidos y líquidos; metálicos, orgánicos, químicos, maderas, vidrios, plásticos; tóxicos y no tóxicos; imperceptibles o de gran tamaño.

Seguramente sin proponérselo la muestra tiende a reafirmar un viejo mito que llegó a las aulas durante las primeras décadas de la educación ambiental: el plástico es enemigo del ambiente.

Las características extraordinarias de este invento permitieron mejorar la calidad de vida de la gente, la lista de beneficios es extensa. El problema no es el plástico sino cómo se lo utiliza y desecha.

Ello no quita que la presencia de desechos de plástico en los océanos, sea en la actualidad una amenaza de proporciones muy serias. Y por lo tanto amerita tomar decisiones de fondo.

Lo que pretende la muestra Out to Sea? El Proyecto de la basura de plástico es provocar un shock en el observador. Apunta a que cada uno de nosotros reflexionemos sobre el asunto y, quizás, decidamos asumir un mayor compromiso a través de nuestras conductas como consumidores.

Pero, esto sería solo una parte de cómo solucionar el problema. Falta la otra, quizás más efectiva en términos de resultados.

Uno de los asuntos de abordaje más prioritario es el de la utilización de envases descartables. Con el sentido común alcanza a evaluar su importancia. Qué sentido tiene utilizar materiales que tardarán décadas o siglos en degradarse para que nos den un servicio de solo unos minutos u horas, transportando alimentos u otros productos.

Desde luego, se trata de un reto importante por sus connotaciones económicas y prácticas, pero hay que encararlo. Los gobiernos, autoridades locales y las empresas tienen que jugar un papel protagónico, valiente y responsable. Hay que buscar las mejores soluciones, pero sabiendo que la urgencia es la gran espada de Damocles.

Otro aspecto de capital importancia es esta guerra que estamos perdiendo, es lograr controles eficientes para evitar que se eliminen los desechos en lugares y de la forma inapropiada. Resulta escandaloso que en pleno siglo XXI las cañadas, arroyos y ríos continúen utilizándose como receptáculos de basura que termina en el mar. Está todo mal en esas acciones. ¿Por qué nadie las detiene?

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