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Conocimientos y valores

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HERNÁN SORHUET GELÓS
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Si algo ha caracterizado a los dos primeros decenios de este siglo es la complejidad de los desafíos enfrentados. Perseguimos el desarrollo sostenible con equidad y justicia para todos, pero los obstáculos a superar son inmensos.

Sentimos estar viviendo una transición desafiante, traumática, pero al mismo tiempo necesaria e ineludible. Y la esperanza es el principal motor que nos impulsa a pensar y repensar un futuro diferente, echando mano a toda la ciencia, la tecnología, el conocimiento empírico y la experiencia disponibles, pero con el sentido común y los valores como los pilares rectores de las decisiones.

Estamos hablando de una visión que necesariamente conduce a fortalecer el protagonismo de las comunidades, tanto rurales como urbanas, porque sin alcanzar robustas gobernanzas resultará casi imposible tener éxito. El cambio climático es la expresión más cabal de la vulnerabilidad que exhibe el planeta ante acciones y comportamientos a gran escala de la humanidad. La situación demanda cambios que apuntan al modelo de desarrollo imperante porque es insustentable y muy contaminante.

¿Cómo lograrlo? No se conseguirá solo con mejores acuerdos internacionales y decisiones gubernamentales bien alineadas con la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero y la adaptación a los cambios en curso. Será necesario lograr un fuerte empoderamiento de las personas y de los distintos grupos sociales, basado primero en la toma de conciencia de sus responsabilidades, y luego en asumir en los hechos el compromiso de ser parte del cambio.

Es aquí donde asume real protagonismo la educación y la comunicación.

La educación es una gran inversión pero a mediano y largo plazo. Demanda los máximos esfuerzos porque construye las bases más sólidas del futuro de las personas y de las comunidades. Es un desafío muy exigente, diario, que obliga a su permanente cuestionamiento y rectificación. Sus éxitos y fracasos son las dos caras de una misma moneda, responsables de mantener su realidad siempre tan desafiante.

El proceso educativo involucra a todos sus actores en un proceso envolvente de constante construcción intelectual. Por esa razón siempre se está a mitad de camino, y motivado por lo que falta conseguir. La realidad ambiental de nuestro planeta nos enrostra además del cambio climático, la creciente degradación de la diversidad biológica. Desde luego este fenómeno está íntimamente vinculado al del cambio climático, pero merece una especial atención por su directo impacto en la calidad de vida de todas las personas. Si no gestionamos correctamente nuestro entorno afectaremos muy negativamente nuestra existencia.

El segundo protagonista es la comunicación. Importa mucho lanzar sobre la mesa su importancia por la sencilla razón de que es la herramienta disponible más idónea para favorecer procesos vigorosos de empoderamiento con efectos inmediatos.

Si bien en el terreno de la comunicación todas las estrategias son válidas, queremos destacar las que resultan masivas o de gran alcance, como el periodismo y las redes sociales.¿Seremos capaces de lograr avances significativos en el terreno de la educación y la comunicación en el corto plazo?

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