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A campo natural

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hernán sorhuet gelós
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El desafío productivo uruguayo pasa por un reenfoque de sus estrategias basado en el hallazgo de los caminos adecuados que garanticen la sustentabilidad de su desarrollo.

Debemos cumplir con algunas pautas importantes, consensuadas en el ámbito internacional, como garantes de una productividad capaz de proteger la salud ambiental de los ecosistemas productivos.

En otras palabras, hay que modernizar los métodos de producción agropecuaria en base al conocimiento científico, porque en ello radica la posibilidad de disponer de un futuro muy próspero para el país.

Hace un tiempo se planteó una discusión sobre la posibilidad de reducir la producción de carne por sus efectos negativos sobre el calentamiento global.

Los gases de efecto invernadero que emiten los rumiantes son el principal argumento para señalar a la ganadería como una de las actividades a ser reducidas, dentro de las estrategias de mitigación del cambio climático. En Uruguay alcanzan a algo más del 60% del total de las emisiones de esos gases.

Como todo tema considerado de manera general, este también presenta aristas negativas. Pero lo importante es abordar el asunto con seriedad y conocimiento.

Nuestro país tiene el gran privilegio de ser un productor de excelentes carnes, todavía a base del campo natural. La mitad de nuestro territorio aún conserva ese enorme privilegio, considerando que los pastizales templados constituyen ecosistemas de elevada productividad y capacidad de secuestro de carbono orgánico.

Esto significa que disponemos de tierras productivas de enorme valor ambiental y económico. Los servicios ambientales que generan son de singular importancia para el país. Si los gestionamos adecuadamente garantizaremos que produzcan alimentos de gran calidad (con alto valor en los mercados internacionales), que sigan cumpliendo su importante papel en la regulación del clima, en la formación de suelos, en el control de la erosión, en el correcto funcionamiento de los ciclos hidrológicos, en la conservación de la biodiversidad local y recursos genéticos.

El reto está en elevar la productividad protegiendo los campos. Significa que el sobrepastoreo es el enemigo y por lo tanto, debemos tener protocolos muy específicos y de rápida aplicación para enfrentar los vaivenes climáticos. En otras palabras, saber aprovechar los períodos de clima favorable para la gran producción, y minimizar los impactos negativos cuando lleguen las sequías. La degradación de los suelos es una posibilidad que debe combatirse con todo lo que se tenga a mano, porque las pérdidas que genera pueden ser irrecuperables.

¿Cómo elevar la productividad? Produciendo la misma cantidad de carne pero con menos animales, por unidad de superficie.

Mientras tanto, debemos enfocarnos en estudiar más a fondo la dinámica del campo natural en materia de secuestro de carbono, porque todo lo que aprendamos redundará directamente en la mejora de nuestras estrategias de producción sostenible de carne de alta calidad. Creemos que es un excelente ejemplo de que conservación y productividad van de la mano cuando se desea hacer las cosas bien.

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