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Todo cambió

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HERNÁN SORHUET GELÓS
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La irrupción del coronavirus SARS-CoV-2 desnudó en pocas semanas las mayores debilidades y fragilidades de la humanidad.

La buena noticia, según la ciencia, es que esta pandemia probablemente pasará en unos meses; y sin duda dejará muchas enseñanzas. La mala es que a su paso dejará una estela de destrucción en muchos frentes. La lista es larga.

Ha puesto en jaque los sistemas de salud de todos los países, al punto de temerse un colapso si el contagio se masifica. Mientras tanto están muriendo miles de personas. Ha reducido la producción y el comercio. Quizás el sector que recibió el revés más duro es el turismo; se detuvo totalmente.

Provocó la caída de las bolsas y mercados de valores.

Significa un duro revés para el normal desarrollo de los sistemas educativos.

Para los gobiernos esta crisis es un desafío que nunca soñaron enfrentar, porque deben tomar decisiones de todo tipo, duras y extremas, incluyendo la inyección de enormes cantidades de recursos para que el sistema siga funcionando (salud, empleo, alimentación, etc.).

En el plano individual, el confinamiento implica experimentar diferentes situaciones inusuales y presiones en el relacionamiento, que podrían generar o incrementar los conflictos. La crisis socio-económica instalada arriesga asuntos básicos como el pago de facturas, alquileres, créditos; y afecta la capacidad de compra de lo necesario.

Pero también dará paso a una realidad diferente a la actual, con buenos augurios. En estas pocas semanas -como si se tratara de alguna clase de experimento- se están afianzando las bases para un nuevo tiempo en lo que llaman el teletrabajo y la telemedicina. Cada vez más actividades se realizarán de manera no presencial, con igual o mayor eficiencia. En muchos casos significará un cambio radical, ganando tiempo, ahorrando dinero y, lo más importante, permitiendo que el trabajo de los mejores alcance a más personas. No importarán las fronteras geográficas, ni los traslados.

Otra posibilidad: al no movernos de nuestra casa, seguramente habrá que plantearse si es tiempo de suprimir el papel moneda, con todo lo que ello implica.

Bastaron pocos días de crisis para aprender a valorizar mucho más el trabajo que realiza todo el personal de la salud por el bien común. Además, de esta crisis sanitaria saldremos con un concepto muy fortalecido: el valor de la medicina preventiva a través de las vacunas. También recapacitamos acerca de la enorme importancia que tiene el conocimiento científico y la inversión en investigación. Todo parece indicar que se incrementará aún más el uso de la inteligencia artificial.

El confinamiento aumentó nuestra necesidad de consumir más y mejor información; reposicionando a aquellos medios de comunicación más confiables, por su rigor y seriedad profesional. También estamos redescubriendo el valor de la lectura en casa.

En lo ambiental, el mundo experimenta una reducción significativa de las emisiones de gases invernadero por el cese del transporte mundial. Además decreció la presión sobre la fauna silvestre.

Esta pandemia también nos espabila que debemos cuidar nuestro planeta con tanto esmero como lo hacemos con nuestra salud.

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