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Hacia allí vamos

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HERNÁN SORHUETE GELÓS
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Ya está en marcha la transformación de la movilidad en el país. Será un proceso lento pero sostenido. Nos referimos, desde luego, a la movilidad eléctrica, la cual provocará cambios significativos en varios aspectos.

En primer lugar, constituye un paso firme hacia la independencia energética nacional, porque si bien nuestra matriz es fundamentalmente eléctrica, tenemos una férrea dependencia del petróleo para mantener en movimiento al país. Cuando logremos que la mayoría de los ómnibus, taxis, transportes por aplicación, flotas empresariales y vehículos particulares funcionen a electricidad, nos habremos liberado de la costosa importación de hidrocarburos, que tanto inciden en los costes de producción y de vida de todos.

Pero también provocará una drástica reducción en los niveles de contaminación del aire, tanto por la emisión de gases venenosos como por los ruidos provocados por el funcionamiento de los motores a explosión.

Sin olvidarnos de la carga de suciedad que los gases de la combustión vehicular depositan lentamente sobre todo lo que encuentran a su paso, especialmente visible sobre las fachadas de las casas y edificios de las ciudades con altos flujos de tránsito.

En cuanto al bolsillo de los usuarios, hay que recordar que el gasto mensual de dinero en electricidad es significativamente menor que el generado por el uso de nafta o gasoil, para recorrer las mismas distancias. Y además tener un parque eléctrico nos liberará de la incertidumbre que implica estar atentos a la variación del costo de los combustibles según la fluctuación internacional del crudo.

Previendo esta transformación, UTE garantiza que la movilidad eléctrica en nuestro país está plenamente respaldada por la actual generación instalada.

A continuación, como el proceso de reconversión será de largo aliento, es importante ir dando los pasos de la manera más conveniente posible, aprovechando la experiencia internacional y adaptando toda esa información a las realidades locales.

Disponer de un vehículo eléctrico significa modificar algunos hábitos. El más importante es el relativo a la recarga de energía.

Lo interesante del nuevo sistema es que el vehículo se puede cargar en estaciones, en la vía pública, en el domicilio y hasta en el lugar de trabajo.

Existen diferentes capacidades y velocidades de carga. La carga estándar (de hasta 7.4 kW de potencia), la semirrápida (hasta 22 kW), la rápida (mayor a 22 kW) y la súperrápida (superior a 44 kW) -esta última utilizando corriente continua.

Si bien se puede cargar la batería del auto conectándola a un tomacorriente convencional (schuko), lo más recomendable es recurrir al sis-tema de alimentación de vehículos eléctricos (SAVE) que garantiza máxima seguridad, ahorro de tiempo y control de consumo. Incluso existe la posibilidad de utilizar un equipo portátil con toma schuko.

Desde luego para que se efectivice esta transición, debe ser estimulada. Es así que existen varios subsidios y estímulos (nacionales y departamentales) disponibles para que, lo antes posible, el parque automotor nacional se decida por este camino.

No cabe duda de que la movilidad eléctrica es un horizonte muy auspicioso y conveniente para el país.

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