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Rousseau, contra la civilización

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HERNÁN bONILLA
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A partir de la serie de artículos sobre el pensamiento de Adam Smith publicados en enero y febrero algunos amables y atentos lectores me animaron a escribir sobre los enemigos de las ideas de a libertad, tarea que comienzo hoy e iremos viendo por dónde nos lleva.

Creo que un punto de partida interesante es el contraste de las ideas de Smith con Jean Jacques Rousseau, uno de los más representativos e influyentes enemigos de la libertad en la historia universal.

Si bien es altamente probable que nunca se hayan conocido y nunca se escribieron, si sabemos que se leyeron y que tuvieron amigos y enemigos en común. Esto último especialmente por Rousseau que fue un hombre emocionalmente inestable y paranoico, y no por Smith que fue un hombre sereno que vivió una vida apacible.

Una de las primeras publicaciones de Smith fue una carta a la Edinburgh Review publicada en 1756 en dónde analiza el pensamiento de Rousseau, en especial su Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres. En ese artículo, Smith muestra alguna simpatía por las críticas de Rousseau a la sociedad comercial que emergía en su tiempo, aunque sus conclusiones fueran diametralmente opuestas; el primero la prefiere sobre cualquier otra alternativa y el segunda la condena sin misericordia.

Es conocida la sentencia de Voltaire al responderle a Rousseau por el envío del Discurso sobre la desigualdad: “He recibido, señor, vuestro nuevo libro contra el género humano; os lo agradezco. […] Dan ganas de caminar a cuatro patas cuando se lee vuestra obra.” Tiempo después Isaiah Berlin, uno de los grandes pensadores del siglo XX, en su libro Freedom and its Betraial no dudó en calificar a Rousseau como “uno de los más siniestros y formidables enemigos de la libertad en toda la historia del pensamiento moderno.”

Estas opiniones quizá puedan chocar con la idea que algunos lectores tengan del célebre ginebrino, pero son numerosos y autorizados los pensadores que vieron en sus ideas un peligro real para la civilización y la libertad y, bien analizada, su influencia poderosa en Occidente puede ser vista como nefasta.

Es que Rousseau fue un intelectual de la época de la Ilustración siendo al mismo tiempo un antiintelectual contrario a las grandes ideas de la Ilustración. No solo en términos de sus peleas personales con casi todos los autores de su tiempo, sino a nivel más profundo, marcando una oposición sistemática al mundo que despertaba en su siglo. Compartiendo muchas de las críticas al antiguo régimen, Rousseau era, al mismo tiempo, un feroz opositor a la sociedad comercial que despuntaba, y en esto es fundamentalmente dónde se aparte de su generación.

Contrario a la libertad de comercio, al Estado de Derecho, a los derechos humanos y simpatizante de ideas abiertamente totalitarias, el éxito de las ideas de Rousseau es una de las grandes paradojas de la historia intelectual los últimos siglos. Su influencia, por cierto, en América Latina y en Uruguay fue quizá mayor que en Europa e indudablemente que en EE.UU., con las consecuencias esperables. Sobre cuales fueron estas ideas, por qué fueron y son horripilantes y cuál es su vigencia volveremos, si el amable lector gusta, en los próximos artículos.

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