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Elecciones en Estados Unidos

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Hernán Bonilla
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El martes se llevaron a cabo las elecciones de mitad de período en EE.UU., que históricamente han sido relevantes ante la posibilidad de que cambie la correlación de fuerzas en el Congreso, lo que ocurrió en este caso.

Los republicanos lograron mantener el control del Senado, donde había renovación parcial, pero perdieron la mayoría en la Cámara de Representantes, donde la renovación fue total.

El resultado admite varias lecturas, dada a complejidad de la elección, el detalle con que se analice en cada estado o distrito, y la diversidad de candidatos electos que sigue mostrando, más allá de los tiempos que vivimos, que el crisol norteamericano sigue vivo. Algunos aspectos generales pueden ayudarnos a analizar qué consecuencias puede tener esta elección para los dos años que restan de la presidencia de Donald Trump.

El contexto económico en que se desarrolló la elección era extraordinariamente favorable para Trump; economía en crecimiento, inflación controlada, desempleo en mínimos históricos, opinión ampliamente mayoritaria sobre que la coyuntura era sumamente positiva. Amén de que la presente bonanza ya comenzó hacia el final de la presidencia de Obama, actualmente Trump la capitaliza, especialmente a partir de su reforma tributaria a la que se atribuye parte del éxito económico y que fue de las pocas (o la única) iniciativa legislativa relevante que logró aprobar en el Congreso.

Teniendo en cuenta el factor económico, el resultado debió haber sido mucho más favorable para el actual presidente. Sin embargo, cuando se analiza el mapa de Estados Unidos, se ve que muchos más ciudadanos optaron por los candidatos demócratas que en la elección de 2016. Debe tenerse en cuenta que Trump no logró la aprobación de algunas de sus iniciativas más emblemáticas, como la reforma del sistema de salud, no solo por la oposición de la minoría demócrata, sino por la oposición de parte de su propio partido. Varios líderes republicanos, entre los que destacaba el recientemente fallecido senador John McCain, fueron un azote para el presidente, representando al viejo partido republicano que Trump derrotó en 2016.

Desde ahora el panorama será diferente, y no solo por la nueva mayoría en la Cámara de Representantes. El Partido Republicano se movió a la derecha, con muchos legisladores nuevos apoyados por Trump y el Partido Demócrata se movió a la izquierda, con varios nuevos legisladores que no tienen problema en definirse como socialistas. Así que, aunque el partido del presidente perdió la mayoría, en su composición parlamentaria ahora será mucho más trumpista.

Seguramente veremos una administración más moderada, no porque cambie la estrategia presidencial, sino por los nuevos contrapesos. Las diferencias entre demócratas y republicanos parecen haberse exaltado, lo que hace difícil pensar en acuerdo bipartidistas en temas relevantes. Sin embargo, en términos de la elección de 2020 este resultado no afecta mayormente las posibilidades de Trump. Otros presidentes, y algunos tan exitosos como Reagan, sufrieron derrotas de mitad de período y fueron reelectos. Si la economía lo sigue impulsando, tiene buenas posibilidades de ser reelecto más allá de las críticas y sus propios exabruptos.

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