Publicidad

No repetir errores

Compartir esta noticia
PABLO DA SILVEIRA

Algún día va a ocurrir en la enseñanza primaria y media públicas algo similar a lo que acaba de pasar en el nivel universitario: el exótico monopolio de la Universidad de la República empieza a ver su final tras la creación de la Universidad Tecnológica.

De manera parecida, y también con muchísimo atraso respecto del mundo, los uruguayos terminaremos de entender un día que ese monstruo burocrático y centralista que llamamos ANEP no puede seguir existiendo. Entonces lo dividiremos y lo pondremos en situación de competencia con otras redes de escuelas y liceos públicos. Si finalmente los uruguayos decidimos aprender de lo que funciona en casi todas partes, al menos algunas de esas redes tendrán una fuerte implantación local: aparecerán escuelas y liceos públicos que dependerán de gobiernos departamentales, o aun de una ciudad.

El día que eso ocurra, sería bueno no repetir los errores que estamos cometiendo en el caso de la Universidad Tecnológica.

En primer lugar, si uno va a tomarse el trabajo de crear una estructura alternativa, no es buena idea construir algo muy parecido a lo que existe. Si una nueva red de escuelas y liceos públicos fuera a ser gobernada de manera centralizada por un órgano muy parecido al Codicen, y si la integración de ese órgano se resolviera de un modo similar al actual, entonces estaríamos condenándonos a tener más de lo mismo. A la hora de crear una estructura paralela, deberíamos ser ambiciosos y apostar a otra manera de ejercer el gobierno de la educación. Solo así podremos comparar y aprender.

Del mismo modo, el día que nos tomemos el trabajo de crear una red alternativa de escuelas y liceos públicos, deberíamos asociar ese impulso a un proyecto pedagógico renovador. El esfuerzo no valdría mucho la pena si finalmente se utilizaran los mismos programas de estudio y se apostara al mismo perfil de egresos. Por esta razón, el diseño de una estructura alternativa debería estar orientado por objetivos estratégicos claramente definidos. ¿Qué clase de egresado vamos a intentar generar? ¿A qué clase de necesidad o de demanda de formación vamos a intentar responder? ¿En qué aspectos vamos a intentar diferenciarnos de lo que ya existe? Si no hay respuestas nuevas para estas preguntas, tampoco serán nuevos los resultados.

Por último, sería bueno que, a la hora de dar un paso semejante, las decisiones se apoyaran en una evaluación de lo que venimos haciendo. La Cámara de Representantes decidió que la nueva Universidad tecnológica tendrá un régimen de cogobierno similar al de la Universidad de la República, sin dedicar siquiera diez minutos a evaluar su funcionamiento. Esto es por lo menos curioso, si se tiene en cuenta que ese régimen es muy infrecuente en el mundo y es el mismo que produjo ese caos inhumano y dispendioso que es el Hospital de Clínicas. ¿No hay nada que aprender de esa experiencia?

Un paso adelante siempre puede ser visto como un avance. Pero, en un país al que le cuesta tanto cambiar, es una pena que no se aprovechen los escasos momentos creadores para dar bastante más de un paso. Eso es especialmente cierto si se tiene en cuenta lo difícil que se vuelve luego rectificar el rumbo. Tal vez hubo quienes en 1958 pensaron que el cogobierno de la Universidad de la República era perfectible. La historia nos dio una clara lección al respecto. Parece que no la hemos aprendido.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad