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El referéndum contra la LUC

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HEBERT GATTO
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En una agitada asamblea el PIT-CNT resolvió crear una Comisión Nacional pro Referéndum, a efectos de derogar la ley de urgente consideración.

Para habilitar el procedimiento deberá conseguir la conformidad del 25% del electorado. Lo curioso de la decisión, que supone consultas con varias organizaciones sociales, entre ellas la Intersocial, es que no se definió si la medida tiene como objetivo la abrogación de toda la ley, o solamente de algunos artículos de la misma. Se la rechaza en su conjunto pero, en la medida que el FA acompañó la mitad del articulado, la idea es, para no desairarlo, solicitar su consejo. Primero se decreta la guerra, luego se impetran aliados, finalmente se precisa el adversario.

Para justificar la medida, la central ha adelantado que ella dirime el conflicto entre dos modelos de país: el propio, donde lo fundamental es conseguir el desarrollo mediante un estado fuerte e interventor.

Para lograrlo propone una intensa participación y consulta al F.A. y a los movimientos sociales de todo tipo a efectos que, unificando objetivos y voluntades se consiga su colaboración. Se trata de un planteo político que a nivel político y sindical sustituye y en algún caso aplaza (P.C.U, P.S. P.V.P. y M.P.P.,) las etapas necesarias para llegar al socialismo sorteando obstáculos como la L.U.C. Por ello bien puede decirse que su proyecto báscula entre el populismo mayoritarista y el viejo socialismo proletario, tambaleante pero aún respirando.

Como contraposición se encuentra el modelo, que sin excesiva claridad ideológica mantiene la coalición gobernante, pero que en esencia se caracteriza por un robustecimiento del mercado y del emprendimiento privado, procurando que el costo del estado, particularmente cuando se cuenta con sociedades civiles relativamente débiles, no frustren las iniciativas privadas. Lo que, simplificando, no significa ni el repudio al Estado, ni el olvido de Keynes ni el archivo de las políticas sociales, sino el equilibrio entre éstos y la inversión privada. Se trata en síntesis de un proyecto de centro que en pleno siglo XXI, toma nota de los fracasos ocurridos en la centuria anterior, tanto en lo que refiere a las experiencias de socialización económica como de mera desregulación del mercado.

Lo que parece olvidar el PIT-CNT, siempre obsesionado con su búsqueda de un protagonismo político que no le corresponde, es que este segundo modelo es el que eligió la ciudadanía en las recientes elecciones. Y que para respetar esta voluntad recién emitida, debería no obstruir, por razones de lealtad institucional, su implementación, sin crear desde el comienzo dificultades que obstan a la estabilidad de la democracia. Sin que ello signifique declinar de la defensa de los intereses de sus asociados ni dejar de tutelar los derechos generales del pueblo uruguayo. Sólo se trata de morigerar sus posiciones y entender que todo tiene su tiempo y oportunidad y que la política es el arte de gobernar u oponerse sin crear tensiones y dificultades que impidan “ab initio” la adecuada gobernanza del país.

Desgraciadamente esta imprescindible moderación, implícita en la rotación de los partidos políticos impuesta por el pluripartidismo, no entra en los límites de su ideología, urgida por la movilización constante.

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