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La democracia partidaria y el F.A.

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Hebert Gatto
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Confieso que mi intención para este lunes era recordar el cincuenta aniversario del Mayo francés, cuando un conjunto de jóvenes parisinos se propusieron sustituir poder por imaginación.

Una propuesta civilizatoria que pese a su desmesura o quizá por ella, plantó raíces. Desgraciadamente, un hecho político nacional, en esencia mucho menos atractivo, me obliga a modificar ese propósito: el Plenario del Frente Amplio difirió la resolución sobre la aprobación o el rechazo del Tratado ya suscrito con Chile, hasta un próximo encuentro de fecha aún incierta. También sujetó los eventuales tratados económicos que pudieren pactarse a condiciones que de antemano estableció. Es la forma en que esta doble medida que excede lo coyuntural, fue adoptada, lo que pasaré a comentar.

Su fundamento se vincula —así se argumentó—, con el adecuado funcionamiento de los partidos políticos. En este sentido, la intervención sobre el punto del Plenario Nacional del F.A. es, para sus propulsores, la prueba cabal de la democracia que impera en esta colectividad. Las resoluciones trascendentes no deben adoptarse en la soledad de un directorio o en una aislada bancada parlamentaria, sino en un órgano que, como establece el estatuto organizativo de la fuerza política, represente a todos sus integrantes. En la medida, se agrega, que el Frente es una coalición de partidos y simultáneamente un movimiento de militantes, ambas particularidades inéditas en el panorama nacional, obtienen aquí, presencia paritaria. De allí la presencia en el Plenario tanto de sus partidos como de los ciudadanos partícipes de los Comités de Base territoriales (vecinos de una misma zona, tanto en Montevideo como en el interior), sin que importe (sic), que los mismos tengan a su vez "participación organizada en cualquiera de los sectores integrantes del F.A.". De esa forma, además de algunos dirigentes como el presidente, vices y determinados "notables", el Plenario se conforma con 85 representantes partidarios y 85 por las "bases". Mientras sus competencias se extienden desde la dirección permanente del F.A. hasta "decidir todo asunto que le eleve la Mesa Política (un organismo de integración dual, similar a la del Plenario)".

Esta particular estructura del partido de gobierno, más su accidental mayoría parlamentaria, tiene consecuencias ya conocidas, pero que ahora emergen dramáticamente. En tanto los integrantes de "las bases" pertenecen mayoritariamente al Partido Comunista, este está sobrerrepresentado en el Plenario. Tanto que las decisiones que aquí nos ocupan fueron impulsadas (y votadas) en su mayoría por el sector de Constanza Moreira, por el Partido Comunista y por la lista de Sendic, pese a que su representación total equivale a tres senadores en quince frentistas y a siete en cincuenta diputados electos. Ello significa que el F.A. funciona de tal modo que decisiones fundamentales para el Uruguay, como su política exterior, se adopten, "bases" mediante, por partidos cuya representación real alcanza a menos de un cinco por ciento de votantes frentistas. Partidos además, ideológicamente extremistas, minoritarios en la cultura política nacional. Sin embargo, semejante aberración, condicionante de la política del país, es considerada, en este mundo del revés, un logro de nuestra democracia partidaria.

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