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El apagón ideológico

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El país y probablemente gran parte del mundo, vive un declive de su producción ideológica”, fenómeno que se manifiesta en el campo democrático por un notorio desinterés en la política.

El país y probablemente gran parte del mundo, vive un declive de su producción ideológica”, fenómeno que se manifiesta en el campo democrático por un notorio desinterés en la política.

Si bien sus grandes mayorías se siguen definiendo por el apoyo a la libertad y la igualdad, generalmente prefieren alcanzarlas por su práctica directa y no por su inserción en los partidos o en un programa político de mayor alcance. Si hasta hace unos pocos años el juego político y sus protagonistas naturales, los partidos, impulsaban vigorosamente una batería de valores (tanto a la derecha como a la izquierda), hoy esa función ha desaparecido o se ha desgastado fuertemente. Las organizaciones sociales, incluyendo a las gremiales, ocupan los antiguos espacios partidarios y generan un nuevo clima social disminuyendo el peso de las representaciones políticas. El gran problema es que si bien las formaciones surgidas de la sociedad son protagonistas infaltables de la moderna democracia, no son ellas mismas, o no lo son generalmente, de formación democrática. Priman en su estructura las camarillas y los personalismos, sin mecanismos institucionales que los contengan, dañando sus espacios de participación.

Lo descripto no pretende abarcar puntualmente a todas las formaciones sociales. Recae fundamentalmente sobre sociedades desarrolladas del primer mundo o aquellas como la uruguaya donde los partidos -incluyendo los de izquierda- no son parte intrínseca del orden social y sus intereses, lo que significa que no tienen encuadres sociales definidos.

En nuestro país fue la aparición del Frente Amplio la que acercó ambos campos, llevándolos a la actual situación en el que la declinación de las ideologías facilita el relativo ocaso de la política, entendida ésta como una práctica de poder desarrollada por los partidos políticos.

¿A qué se debe este cambio de clima, tan diferente al que vivimos desde mediados del siglo XX hasta la llegada de la dictadura militar? La explicación más general es que se trata de un terremoto civilizatorio donde las grandes construcciones doctrinarias han perdido relevancia. Y la han perdido en la medida que sus dos grandes concreciones históricas -el fascismo y el comunismo- resultaron derrotados, pero al hacerlo mostraron una institucionalidad perversa y un autoritarismo maquiavélico. Por lo cual no es equivocado decir que en los últimos años hubo un verdadero avance en materia civilizatoria. El fin de las ideologías parece haber traído una mejor estimación de los derechos individuales y con ellos de la libertad, razón por la cual son pocos y sin mayores posibilidades operativas aquellos que quieren volver al clima político de las décadas ideológicas: las inauguradas con el advenimiento del fascismo en Italia. La desaparición del Muro de Berlín dio clara muestra del fracaso de los experimentos ideológicos, desde el exclusivismo racista a la confrontación clasista, ratificando el absoluto agotamiento de las macroideologías. Ello, no obstante, no implica que debamos desplazarnos al otro extremo en nuestra práctica social. La trivialidad y el desinterés por lo público parecen dominar nuestro entorno. Es imperativo reaccionar, so pena de poner en peligro la propia democracia, pero será necesario poner en discusión algunos ideales.

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Hebert Gatto

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