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La vitalidad de la sociedad civil

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Jubilar, Impulso, Providencia, Espigas, son los nombres de centros educativos que cada vez más atraen la atención de la sociedad. Siendo privados, están abiertos a todo el público, con una oferta educativa y de formación diferente. Los logros de los estudiantes son la única oportunidad que tienen niños y jóvenes para superar situaciones complicadas en lo social, afectivo y económico.

Jubilar, Impulso, Providencia, Espigas, son los nombres de centros educativos que cada vez más atraen la atención de la sociedad. Siendo privados, están abiertos a todo el público, con una oferta educativa y de formación diferente. Los logros de los estudiantes son la única oportunidad que tienen niños y jóvenes para superar situaciones complicadas en lo social, afectivo y económico.

Más allá de las investigaciones sobre los resultados educativos de esos centros en relación a otros -en poco tiempo se dará a conocer un nuevo estudio al respecto- cualquiera puede advertir que en ellos existe una manera distinta de trabajar.

Son ejemplos de lo que son las organizaciones de la sociedad civil. En nuestro país, desde las épocas del Hospital de Caridad los ciudadanos se han organizado para desarrollar acciones dirigidas a satisfacer necesidades que de otro modo no se podrían cubrir. La infancia, la salud y la vejez son preocupaciones que estuvieron siempre presentes.

En el presente siguen naciendo sociedades con el objetivo de obtener respuestas a demandas que el Estado no brinda. En muchos casos las autoridades públicas no tienen conciencia de la problemática o, teniéndola, no vierten para su atención los recursos requeridos, o, si los vierten, lo hacen de forma ineficiente.

A pesar de la multiplicidad de experiencias exitosas de instituciones sociales, religiosas o filosóficas, persisten sectores que ven en la actividad privada una usurpación de competencias que tienen la convicción de que le pertenecen en exclusividad al Estado o a los sectores gremiales.

Los centros educativos referidos demuestran que es necesario y posible un cambio en la gestión de la educación pública. Existen muchas escuelas y liceos públicos que son ejemplares, pero no es el caso de la generalidad. Los especialistas enumeran un conjunto de factores para explicar las dificultades, pero coinciden en que las dimensiones del sistema público y la gran centralización son elementos determinantes. Dicen que se necesitan centros dotados de mayor grado de autonomía, con equipos multidisciplinarios permanentes, muy integrados al barrio y que incluyan a las familias en el trabajo. Esto requiere una institucionalidad diferente, para enmarcar y potenciar el trabajo de los educadores.

El Frente Amplio ha sido contrario a cambios en la institucionalidad de la Educación. Esta mantiene, con algunos agregados, la estructura básica desde antes de la dictadura. La presencia gremial no aportó ningún cambio sustancial, sino que ambienta alianzas y conflictos político-gremiales que terminan por sacar a los niños y jóvenes del centro de atención.

No obstante, el FA ha generado un instrumento muy poderoso para contribuir al financiamiento de las instituciones privadas, como lo es el de las Donaciones Especiales. Este régimen permite a muchas organizaciones acceder a financiamiento que, de otra manera, estaría fuera de su alcance y se extiende también al sector público en materia de enseñanza, investigación y atención de la minoridad.

En definitiva, son necesarios más institutos como los referidos. Son un ejemplo de lo que se puede lograr cuando se pone inteligencia, cariño y genuino interés al servicio del progreso y bienestar de los demás.

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Gustavo Penadés

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