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¿Superávit en Montevideo?

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GUSTAVO PENADÉS
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El Ing. Martínez pide licencia para dedicarse a la campaña electoral y aprovecha para anunciar que 2018 será superavitario, y que los recursos excedentes serán volcados a obras.

El anuncio del Intendente motiva a la reflexión en dos direcciones. Por un lado, otra vez se pretende incumplir la obligación de destinar el superávit al pago de deudas, según dispone sabiamente la Constitución. La norma es clara y no admite, aunque se le quiera buscar la vuelta, dos interpretaciones. ¿Por qué la Constitución incluye desde 1934 esa obligación? Para justamente evitar lo que ahora está pasando, cuando se hacen obras con finalidad de propaganda electoral.

La otra cuestión tiene que ver con el significado del superávit en la gestión de una entidad estatal. Si los ingresos son superiores a los egresos esto se podrá deber a que se presupuestó mal, a que no se gastó según lo presupuestado, o a que existieron ingresos extraordinarios. En todo caso, siempre debería tenerse presente que la finalidad de la Intendencia no es ganar dinero, sino cumplir con sus fines, y que la preocupación del gobernante debería ser la de cómo hacer más con menos.

Los hechos mostraron en 2018 (Rendición 2017) que el superávit municipal no respondió a una gestión más eficiente sino al aumento de los ingresos por varias vías: mayores transferencias del gobierno central, ajuste de los impuestos por encima del IPC y de los salarios, subejecucion, y mayores ingresos vehiculares. Estos fueron en 2017 un 53% superiores a los de 2015 y en total alcanzaron los 191 millones de dólares. En dos años, el incremento se explica por 52% de aumento de la patente, 56% de aumento de multas, y 58% por otros ingresos vehiculares.

Los problemas en la gestión de Martínez son notorios, aunque se los quiera disimular con una ciudad llena de balizas. Las obras anunciadas -algunas de muy discutible utilidad- se siguen postergando, aunque se espera un pronto inicio del túnel en Avda. Italia. A priori, la pertinencia de esa obra es muy cuestionable, pero cuando se analiza la relación entre los beneficios y los costos (que serán seguramente superiores a los 20 millones anunciados), se concluye, sin lugar a error, que esa nunca podrá ser la carta de presentación de un gobernante moderno y con capacidad de gestionar los problemas.

La Intendencia de Montevideo se gobierna desde un delicado equilibrio político sindical, tal que cada decisión requiere una desgastante negociación entre los partidos que integran el Frente Amplio, no habiendo el Intendente escapado a esa lógica.

La administración del Intendente Martínez no abordó ninguno de las preocupaciones del diario vivir de los vecinos. Cosas que van desde las condiciones de las veredas, a la racionalización del transporte desde el interés de los montevideanos y no desde el de las empresas.

El antecedente cercano de la rendición de cuentas 2017 muestra también una subjecución en las obras de un 15%. El superávit que Martínez y su equipo presentaron como un éxito en 2018 también se explica por no haber ejecutado inversiones proyectadas por falta de capacidad para la planificación y la ejecución. Para 2018 las cosas no serán muy diferentes.

Más que “superávit”, una gestión tremendamente deficitaria.

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