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El sector pesquero

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Nuestro país dispone de recursos acuáticos muy importantes: ríos, lagunas y el mar ponen a su disposición recursos pesqueros de los que normalmente no se tiene conciencia.

A lo largo de los años, la actividad pesquera industrial ha tenido vaivenes, pero al día de hoy la situación es muy complicada.

En un proceso constante, viene cayendo el aporte del sector pesquero al producto bruto nacional. Para tener en claro las consecuencias de la disminución de la actividad, en el período 2008-2015 se perdieron más de 2.300 puestos de trabajo en el sector de las plantas de procesamiento.

De los 4.116 trabajadores que teníamos en 2008, en 2015 quedaban solamente 1.738. Por otra parte, es significativo que entre 2007 y 2015 cerraron 26 empresas pesqueras.

De las 25 empresas que explotaban merluza en 2005, hoy solamente quedan 14; de otras especies había 47 y hoy solamente quedan 6; en la categoría D, que refiere a la pesca internacional o pesca en aguas internacionales, existían nueve emprendimientos y hoy solamente queda uno. Mientras que en 1980 se generó el máximo de explotación de pesca en el Uruguay con 146.973 toneladas hoy no llega a las 50.000.

Estas cifras ilustran la decadencia que vive la pesca industrial lo que, a la luz de los recursos que el país tiene a su disposición, debería llamarnos a la reflexión para así desarrollar entre todos los actores interesados una política de largo plazo dirigida a potenciar el sector. En dicho esfuerzo deberá estar presente una mirada geopolítica comprensiva de una realidad que presenta a nuestro país oportunidades y desafíos muy importantes. El actual estado de cosas no se cambiará sin el esfuerzo conjunto de los actores públicos y privados que con una perspectiva de largo plazo implementen las acciones necesarias para alcanzar los objetivos que se tracen.

Las cuestiones a las que hay que atender son múltiples. Desde el asesoramiento y fortalecimiento de las entes nacionales y binacionales con injerencia en la materia, dotándolos del respaldo científico y político que avale las mejores decisiones en aras del interés nacional; la presencia del Estado ejerciendo sus derechos en las aguas sobre las que tiene jurisdicción a través de una Armada Nacional debidamente equipada; la proyección de nuestro país en el Atlántico Sur, la discusión del marco regulatorio de las relaciones labores en el sector, la necesaria presencia del crédito público, el abatimiento de costos, etcétera.

Un capítulo de especial importancia tiene que ver con la investigación permanente de los recursos existentes y sus posibilidades de explotación sustentable. También en este campo es imperioso el dialogo constructivo entre el Estado, la academia y los actores privados, así como volcar recursos económicos para el pago de investigadores, instalaciones y equipos -incluso embarcaciones de investigación como el Aldebarán-. Así mismo, deben agilitarse los procedimientos que a veces pueden frenar el impulso innovador en áreas como la acuicultura y maricultura.

Hasta aquí algunos de los elementos a tener presente al considerar el sector de la pesca industrial y artesanal con visión estratégica. Desde el Poder Ejecutivo ya se están tomando decisiones positivas a las que nos referiremos en una próxima oportunidad.

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