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Pasando raya

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RICARDO REILLY SALAVERRI

Son años de expresar opiniones. Como compatriotas. Opinando de lo que hace un tiempo aprendimos en una noche bohemia en Londres, que hace a: "The talk of the town" ( lo que el pueblo habla ). Supimos siempre que lo nuestro era lo nuestro y que lo de los otros era lo de los otros. Ajustados a un código democrático de respeto a la posición ajena, porque ese es un punto de fundamento y acción mártir del Partido Nacional. Y, dentro del partido no coincidimos muchas veces con otros compatriotas, pero, navegamos siempre, en la montonera, al impulso de los vientos deliciosos de la Libertad.

Lo que se sostiene bajo firma (cosa que nos ha costado muchos precios en la vida), se lo hace hoy con el sol a la espalda. Lo que significa que las ideas surgen de una mochila que trae consigo abultado cargamento.

Cerca de Nochebuena y Navidad, y del fin del año cristiano, se suele pasar raya, por la multitud, por encima de convicciones filosóficas, religiosas, morales, etc, a lo ocurrido y a lo que va a ocurrir. Nosotros, pasamos raya a nuestras emociones y los del Bien Común hacemos inventario de lo hecho y por hacer.

Mi generación, no va a poder retirarse de la vida sin el estigma de sobrellevar las secuencias y consecuencias de la artería comunista y terrorista y de las secuelas que ella impuso para desgracia del destino nacional.

No soy portador de un arma. No sé como se las maneja. Hoy veo que mientras hay delincuentes que llevaron a la nación a sus peores desgracias y son criminales amnistiados y cobran sueldos principescos, hay soldados que asumieron responsabilidades ingratas, y, se les ve pasar por el escarnio público en el marco de una circunstancia inacabable, que para muchos en el medio del desorden latinoamericano es un buen negocio. A veces político. Y, siempre económico.

Nunca tuve mayor trato con los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas. Pero a pesar de ello, y teniendo en cuenta el marco histórico reciente, afirmo que no he conocido a un solo soldado profesional, formado en las ejemplares instituciones militares que la Patria tiene, que haya podido sentir satisfacción, por tener que sobrellevar las circunstancias terribles que el terrorismo marxista impuso en el país. Con conciencia, también, de que de esas generaciones quedan pocos.

Si amar a la Patria, creer en las instituciones democráticas que Occidente maduró, sentir que la responsabilidad y el anhelo de logros, hijos de un egoísmo responsable, es lo que impulsa al crecimiento de los pueblos y que a partir de ello, la gente vive mejor, recibe la descalificación con algún adjetivo: ¡bienvenido sea!

Los que creen en otra cosa son los corruptos -que a la espera de algún maletín- usaron apenas ayer, el Paraninfo de la Universidad de la República, que el pueblo paga con impuestos, para aplaudir a un señor, Chávez, al que su pueblo le negó plebiscitariamente la tiranía institucional y que aspira a ser un déspota latinoamericano con la plata del petróleo. Riqueza fácil que se gana sin tener que trabajar.

Por lo dicho, a cada policía y a cada soldado, orientales, caídos en el cumplimiento del deber, que les impuso la vida, a sus familias, atletas del esfuerzo recio y social, primeros en la guerra y siempre últimos en la paz, en estas fiestas, desde la modestia de una columna de opinión y de prensa, les quiero expresar mis sentimientos ciudadanos más entrañables de agradecimiento y de ¡felicidad!

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