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¡A ganar!

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GUSTAVO PENADÉS
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El Partido Nacional vivió una campaña electoral diferente que la ciudadanía laudó con contundencia. Aparece unido en la diversidad y actuando con madurez, cuando en algún momento se pudo llegar a entrever otra cosa.

No se puede negar que fue una campaña dura, por lo sucia, pero a pesar de todo se actuó con responsabilidad, priorizando lo importante y evitando entrar en controversias inútiles. Los responsables directos o indirectos de todo aquello, por acción o por omisión, no pueden ni merecen que alejemos nuestra atención del compromiso que el Partido tiene para con el futuro de cada uno de los uruguayos.

Estamos viviendo un tiempo en el que Uruguay parece que no tiene gobierno. La Administración se muestra paralizada y por momentos inexistente, a pesar de que la situación en muchos campos se viene complicando cada vez más.

Las finanzas públicas progresivamente se deterioran. El déficit fiscal sigue aumentando y llega a niveles complicados -algo sobre lo que la oposición infructuosamente alertó- y se lo cubre con la permanente emisión de deuda. La presión tributaria no cede y las tarifas y precios se orientan, únicamente, a la atención de las necesidades de la Tesorería.

Las cifras de recaudación hablan a las claras de que la actividad económica se reduce, el PBI se estanca y se pierde competitividad diariamente. Casi todos los sectores productivos tienen problemas, desde la agropecuaria al turismo.

La preocupación por el empleo está cada vez más presente. La situación se agrava con el cierre de empresas que, además de dejar centenares de personas en la calle, atenta contra la matriz productiva. La industria del cuero, por ejemplo, en la que personal calificado pierde su trabajo y se corre el riesgo de volver a la exportación de cueros sin procesar, desperdiciando así decenas de años de acumulación de conocimiento que permitían la atención del mercado mundial más exigente.

No perdió actualidad la lucha por agregar valor a la producción primaria y generar así trabajo calificado, a ser colocado en los mercados internacionales, a cuya apertura debe ayudar un Gobierno que tenga muy claro que, por encima de circunstanciales simpatías o antipatías, lo trascendente es defender los intereses y objetivos permanentes del Uruguay.

En otro orden, la fuga del mafioso italiano agrega nuevos elementos, por si algo faltara, que comprueban las graves carencias en la gestión de la seguridad pública; y así, casi sin excepción, en las diferentes áreas del gobierno.

Queda claro que el modelo de gestión llevado adelante por el FA está llegando al límite. Está agonizante, casi agotado. Se hace cada vez más notoria la necesidad de un cambio, de un golpe de timón que entusiasme y oriente las cosas hacia nuevos objetivos de prosperidad y felicidad. Esto solo puede hacerlo el Partido Nacional, que está preparado con una propuesta electoral inmejorable.

Estamos convencidos de que las condiciones están dadas para que eso sea posible. Por delante, en los pocos días que no separan de octubre, tenemos el trabajo de confirmar a quienes están convencidos y de convencer a quienes todavía abrigan dudas, con un solo objetivo: ganar.

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