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Nada cambia

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GUSTAVO PENADÉS

La administración tributaria se esfuerza, cada día más, en cumplir con el objetivo de que la recaudación tributaria continúe en aumento. Es con esa intención que, en estos días, se volvió a considerar su pretensión de contar con la información proveniente de clubes deportivos y colegios.

Al igual que lo hace la DGI, otros entes y servicios estatales también extreman sus cuidados para que crezcan los ingresos estatales. Son muchas las críticas pasibles de formular al proceso de creciente injerencia de la Administración en las más diversas actividades y en la vida de las personas con el ánimo de recaudar siempre un poco más. Pero, el argumento al que se apela para respaldar la acción señalada es el de sostener que en función de principios de justicia y equidad deben los ciudadanos contribuir para que el Estado esté en condiciones de financiar los diferentes servicios y prestaciones por él brindados

Analizado el tema desde esa perspectiva todo suena muy lógico y razonable.

Sin embargo, dicho planteo debe ser complementado con otro no menos fundamental: El de que debe existir un debido equilibrio entre el Estado Recaudador y el Estado Prestador. O, de otra manera, la razonable satisfacción de quienes aportan respecto a la calidad de los servicios ofrecidos por el Estado.

Cuando llegamos a este punto las cosas se comienzan a complicar, porque los uruguayos sentimos -al menos en un amplio porcentaje- que los servicios provistos por el Estado dejan mucho que desear. Alcanza con ver lo que sucede con la educación pública, la seguridad, las obras públicas o la Salud. Estos son nada más que ejemplos ilustrativos de un estado de situación que parece no encontrar punto de solución. Y, la única respuesta que, ante sus déficits, conoce el gobierno es la volcar más recursos, crear nuevas unidades y contratar, directa o indirectamente, más personal.

En verdad el problema de fondo hoy no es de dinero sino de capacidad de gestión, el modo de hacer las cosas.

El Frente Amplio tiene enormes dificultades para gestionar adecuadamente la enorme cantidad de recursos que recibe de la comunidad. Montevideo es una buena demostración, a escala departamental, de lo que viene haciendo el Estado.

Así como en Montevideo el Frente es incapaz, gastando un millón y medio de dólares por día, de hacer lo mínimo que se le puede pedir a una Intendencia (limpiar, arreglar las calles y alumbrar) así el Estado es incapaz de dar aunque más no sea señales ciertas de que está en camino de cumplir a cabalidad con sus responsabilidades.

Se promueven reestructuras de las reestructuras, y nacen comisiones y oficinas, pero no se cambia ni mejora con el mismo interés y diligencia que se emplea a la hora de inventar y cobrar impuestos.

Ante estas justas críticas el Frente Amplio, increíblemente, pretende enjugar la responsabilidad apelando al pasado, sin advertir que el pasado hoy es el Frente Amplio.

Rebelión del contribuyente, propugnaba el Dr. Lacalle muchos años atrás. ¡Cuánto más necesaria hoy!

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