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Clint Eastwood, de seductor a abuelo

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GINA MONTANER
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Clint Eastwood es uno de los actores más respetados de Hollywood por su indudable talento y por su veteranía en una industria en la que resulta difícil mantenerse vigente en medio de las modas cambiantes.

Eastwood ha llegado a los 91 años compaginando la actuación delante de las cámaras con la dirección. Y si algo puede destacarse de su dilatada trayectoria ha sido su capacidad de transformación: se hizo famoso protagonizando los populares spaghetti westerns de Sergio Leone y bordando el personaje de Harry El Sucio, un policía que toma la justicia por su mano. Con el paso del tiempo incursionó en la dirección y triunfó con Sin Perdón, dentro del llamado western crepuscular y seleccionada por la revista Time como una de las 10 mejores películas de todos los tiempos. Por si fuera poco, Eastwood suele crear las bandas sonoras de sus filmes, pues le sobran aptitudes musicales. Puede decirse que este actor, director, guionista y productor toca todos los palos en un mundo cada vez más especializado.

De ahí que su nuevo filme, Cry Macho, deja un mal sabor de boca para quienes hemos seguido con interés y admiración una carrera prolífica y diversa. Este Eastwood, tan crepuscular como el propio western que le valió cuatro Oscar en 1992, vuelve a dirigir y actuar, en esta ocasión interpretando a un viejo vaquero de rodeos metido en el lío de rescatar en México al hijo de su antiguo patrón. La cinta se desarrolla como el clásico road movie en el que surge una relación de mentor y discípulo. Además de Eastwood y el jovencito que se embarca en un viaje iniciático, el otro gran protagonista es un gallo de pelea llamado Macho, una suerte de mascota y talismán para el adolescente.

Todos ingredientes para una historia que podría ser atractiva: el hombre derrotado por las vicisitudes y la edad y el muchacho desnortado que ve en este desconocido a la figura paterna que no ha tenido. Una trama que no es nueva pero que puede ser eficaz por la carga emotiva en un viaje accidentado que los lleva desde la capital mexicana a la frontera con Estados Unidos, lugar donde deben decirse adiós tras forjar una relación con tintes paterno filial.

No obstante, en el pedregoso camino el filme se estrella por un guión endeble, situaciones poco creíbles, clichés burdos (casi todos los estereotipos sobre México aparecen desde una mirada gringa) y, sobre todo, una vanidad por parte de Eastwood que lo descoloca de su presente por mucho que pretenda maquillarlo: un anciano que pasó el umbral de los noventa.

Es verdad que los actores en Hollywood pueden permitirse estirar el papel de galán hasta bien entrados los años, algo que es casi impensable entre las actrices. El propio Eastwood, cuyo look siempre ha sido el del tipo duro con rostro surcado por las arrugas, ha ejercido de seductor fuera y dentro del celuloide hasta alcanzar la senectud. Pero ahora, en el tramo final de una existencia marcada por la creatividad y una inusitada energía, roza en lo patético verlo como un tipo irresistible al que se le rinden las mujeres, tanto las maduras como las jóvenes.

Eastwood ya no cae en la tentación de incluir una escena erótica en la que tendría que enseñar su cuerpo enjuto y huesudo, pero se deja desear mansamente como el cowboy que ya está de vuelta de todo y es sabedor de un encanto que sirve de imán a cualquier mujer que se le cruce. Este nonagenario no renuncia a la idea de que lo espere ansiosa en un olvidado pueblo de México una señora de muy buen ver parecida a Dolores del Río.

En Cry Macho, que es una cinta fallida en casi todos los aspectos, el vaquero tiene una segunda oportunidad para el romance aunque ya esté con un pie en la tumba. Por muy entrañable que sea Eastwood, es inevitable imaginar lo imposible que resultaría si en vez de él fuera Meryl Streep (a quien enamoró en Los puentes de Madison cuando ya era un señor maduro) la que al llegar a los noventa encandilara a diestra y siniestra.

En general las reseñas han sido inclementes en esta ocasión, con más de un crítico lamentándose de que este fiasco pudiera ser su última película. Por su parte, Eastwood insiste en que seguirá al pie del cañón. Lo que está claro es que en la gran pantalla ya no vemos al seductor que un día fue sino al venerable abuelo que hoy es.

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