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Mala tuya

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Gerardo Sotelo
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Los resultados de una encuesta sobre la popularidad del presidente Vázquez son duros.

El mandatario no sólo está en un nivel muy bajo desde que asumió, sino que ni siquiera consigue convencer de su gestión a la mayoría de sus votantes. Según los expertos, las situaciones que afectaron negativamente a la figura presidencial fueron el aumento de impuestos, la inseguridad y la confrontación con productores rurales. ¿Qué otra cosa podía esperarse?

Por mucho que se explique que los mayores gravámenes no perjudican a los sectores de menores ingresos, la historia no recoge un solo caso en el que subir impuestos beneficie la performance pública de los gobernantes. La perspectiva que tiene la población es que el aumento de impuestos tiene como origen el déficit fiscal (el gobierno gasta más de lo que tiene) y la debacle de Ancap (seguimos pagando combustibles y tarifas públicas a precios que podrían ser más bajos), dos causas atribuibles únicamente a decisiones tomadas en las más altas esferas del poder.

Otro tanto ocurre con los problemas de seguridad pública. A esta altura, resulta sobreabundante referirse a las responsabilidades políticas en la materia. Podrá interponerse explicaciones sociológicas, culturales o judiciales, pero eso no soluciona la sensación que tiene la gente de estar "regalada" frente a la violencia delictiva, ya no sólo en la calle sino en su propia casa.

En el conflicto con los productores rurales hay responsabilidades compartidas. Es cierto que buena parte de sus compañeros frentistas y algunos analistas han intentado minimizar el problema e incluso cuestionaron severamente la legitimidad de la convocatoria de los productores.

Tales desatinos tenían como antecedente el desplante de fin de año, que llevó a Vázquez a postergar sine die un encuentro con los productores, que pudo haber evitado que la movilización tuviera la trascendencia que terminó teniendo. Recuérdese también que, convocados ya los productores y como si nada pasara, vino aquella referencia infeliz al caos que supondría negociar con los movilizados. Fue ver las barbas del vecino ardiendo lo que le hizo dar marcha atrás, por lo visto con poca convicción.

¿Cómo es posible que nadie en el entorno presidencial advirtiera a Vázquez sobre la conveniencia de recibir cuanto antes a los autoconvocados, de manera de desactivar la bomba antes de que explotara? ¿Cómo omitió hacer una referencia pública sobre el conmovedor asesinato de una joven madre a manos de un delincuente, antes de solazarse con los anuncios sobre un hipotético Mundial de fútbol en el 2030? ¿Cómo fue que terminó escrachando a un productor endeudado en el portal de Presidencia, al mejor estilo chavista? ¿Se creyó acaso los augurios de quienes le dijeron que lo real era sólo imaginario? ¿Confundió sus bravuconadas callejeras con el liderazgo que la gente le reclama a su presidente?

Estos han sido meses de aprendizaje para todos. La recaudación, el gasto de los dineros públicos, la lucha contra la delincuencia y el trato con los productores rurales son temas que requieren transparencia, empatía y una permanente rendición de cuentas.

La ciudadanía se puso más exigente. Es tiempo de rectificar.

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