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Un jabalí bajo la piedra

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Gerardo Sotelo
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El episodio de la caza del jabalí y la posterior viralización de fotos, que involucraba al futbolista Edinson Cavani, no debería considerarse una anécdota menor. Mucho menos después de la intervención del director nacional de Medio Ambiente, Alejandro Nario.

El jerarca de Dinama dijo al diario El Observador que se contactaron con el entorno de Cavani para averiguar los detalles del caso y para manifestar "preocupación" por lo que él considera "la apología de la caza y de la muerte".

A pesar de que Nario entendió que "ni de las propias imágenes ni del relato del encargado se desprende que haya habido irregularidades", consideró del caso pontificar sobre la caza del jabalí (declarado plaga nacional por los daños que causa a la producción ganadera) en el entendido que "hoy en día hay sensibilidades que hay que respetar".

El hecho es de una extraordinaria gravedad. Por un lado, tenemos a un jerarca de gobierno reprendiendo a ciudadanos que no traspasaron la ley, por violar la sensibilidad de otros ciudadanos.

Tal parece que los puntos de vista del gobernante coinciden con los segundos, a lo que le asiste pleno derecho. En ejercicio de la función pública, en cambio, debió velar por el cumplimiento de las normas, manteniéndose al margen de la controversia entre cazadores y animalistas, puesto que representa a ambos.

La responsabilidad principal del jerarca de la Dinama, como parte del estado uruguayo, es la opuesta: asegurar el cumplimiento de la legislación específica de su materia en el marco de unos preceptos constitucionales según los cuales, nadie puede ser discriminado a causa de sus opiniones o "sensibilidades".

A diferencia de los particulares que podemos hacer to-do lo que la norma no prohíba, Nario debe atenerse a cumplir con lo que la ley le encomienda, lo que no incluye el proselitismo a favor o en contra de la caza de jabalíes ni de su posterior difusión a través de las redes.

La afirmación de que cazar jabalíes y difundir luego imágenes es hacer "apología de la muerte" no parece seria. Si a Nario le preocuparan de verdad tales asuntos ya se habría encargado de poner el grito en el cielo (y proponer una legislación más severa al respecto) ante el espectáculo de las carnicerías y avícolas de todo el país, que no difiere en nada de las imágenes difundidas por Cavani.

Las declaraciones de Nario y la campaña de escrache emprendida por particulares en las redes sociales deben tomarse con la seriedad del caso. Estamos ante emergencias locales de la batalla emprendida en todo Occidente por los promotores de la corrección política, cuya presunción de superioridad pretexta el avasallamiento de los derechos individuales, ante la relativa pasividad de las víctimas.

Como se ve, el tema de fondo no es la caza de jabalíes sino la vigencia de los valores republicanos y democráticos que nuestra comunidad defiende y promueve desde siempre y los límites que se le imponen a los gobiernos en atención a respetar el derecho preeminente de los ciudadanos a vivir según sus creencias y "sensibilidades", toda vez que no violen la ley.

Es, "otra vez de nuevo", la lucha entre la libertad y el despotismo, a la que nos convocara en su tiempo José Artigas.

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