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GERARDO SOTELO
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El intendente de Canelones, Yamandú Orsi, dijo recientemente que las principales preocupaciones de los canarios son la seguridad y el empleo. Mejor dicho, la inseguridad y el desempleo.

El reconocimiento no debería llamar la atención si no se tratara de un gobernante salido del MPP, el sector político que controló, durante una larga y sombría década, el manejo de la seguridad nacional.

Algunos periodistas se sorprendieron por el énfasis de Laura Raffo a los problemas de seguridad en el lanzamiento de su candidatura a la Intendencia de Montevideo, como si se tratara apenas de una chicana política. Las declaraciones del intendente de Canelones dan por tierra con esa sospecha.

Hay una dimensión territorial y de servicios departamentales en el desarrollo de los delitos, que obliga a los candidatos a presentar propuestas para solucionarlos. La diferencia entre Orsi y sus compañeros de la capital es que el jerarca canario se anima mencionar al menos el problema en su centralidad.

No es esta la primera vez que Orsi se sale del libreto. Un par de años atrás, en ocasión del asesinato de la cajera de una estación de servicio de la Costa de Oro, el intendente planteó la tragedia de una manera contundente: “son ellos o nosotros”. Las críticas le llovieron, pero no desde la oposición sino desde sus propias filas.

Hay algo en el discurso frentista entre dogmático y pueril, que lo aleja dramáticamente de la realidad y que, en el caso de la violencia delictiva, empujó hacia las derrotas de octubre y noviembre.

Orsi sabe que las percepciones de sus votantes no reparan en subterfugios discursivos porque están referidas a valores fundamentales, como el derecho a la vida, la integridad física, a la tranquilidad del hogar y el respeto a la propiedad, es decir, la expresión material de nuestros sueños, esfuerzos y conquistas.

El candidato canario no quiere pagar con su futuro político los costos de la insensibilidad y el ideologismo de una parte de sus compañeros.

Así las cosas, la inseguridad generada por la violencia delictiva (con su precuela de violencia intrafamiliar y barrial, marginación y falta de valores positivos) ha quedado instalada como un tema central de la campaña electoral en Canelones y Montevideo.

Probablemente veamos a los candidatos frentistas hablar de la inseguridad y el desempleo, en línea con el discurso de Orsi y Raffo, intentando explicar por qué van a hacer mañana lo que no hicieron ayer, cuando su partido controlaba,al mismo tiempo, el Ejecutivo nacional y departamental.

Es el mismo Frente Amplio que pretendió convertir la tragedia de quienes viven en la calle en un derecho de las personas (“habitabilidad de la calle” le llamó una jerarca, con total desparpajo) como si no se estuviera vulnerando, al mismo tiempo, los derechos de las personas sin techo y de los vecinos.

Eso por no mencionar la oportunidad que se perdieron de coordinar políticas de seguridad entre el Ministerio del Interior y las intendencias de Montevideo y Canelones, con el sentido de urgencia y proactividad que las circunstancias reclamaban.

A noventa días de las elecciones departamentales, parece demasiado tarde. Sin embargo, no hacen más que lanzar proyectos que nunca llevaron a cabo y le dejan deberes al nuevo Presidente.

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