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Tres heladeras

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FRANCISCO FAIG
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Es fácil criticar las dos decisiones del Frente Amplio (FA) sobre Montevideo.

Que que sus tres candidatos a la intendencia no debatan con la candidata de la coalición multicolor, y que tampoco visiten al presidente de la República. Lo interesante es tratar de entender por qué ocurren.

La situación que creó el FA terminó siendo ridícula. Por un lado, dos de sus candidatos amagaron con debatir con Raffo y otro se negó rotundamente. Por otro lado, uno planteó ser recibido por Lacalle Pou. El presidente aceptó, pero pidió que la reunión fuera con todos los candidatos del FA juntos. Como la verdad es que hay profundos desacuerdos de estrategias de campaña entre Martínez, Cosse y Villar, el FA decidió forzar un encierro político: ni debates ni entrevistas de ninguno con nadie.

No llama la atención constatar que los tres candidatos carecen de autonomía política y de coraje personal para sostener visiones propias capaces de marcar un rumbo con decisión. Tanto en la elucidación de los disensos en un eventual debate con la candidata desafiante, como en el relacionamiento que siempre debe ser preservado con el presidente, los tres mostraron ser hijos del centralismo democrático y de la convicción de que el partido está por encima del individuo. En definitiva, son hijos políticos del leninismo más autoritario y del estalinismo más explícito que, en casi medio siglo ya, han logrado permear con éxito a todos los sectores y referentes importantes del FA.

Lo que sí llama la atención es cómo la dirigencia izquierdista cree que tomar esas dos decisiones no costará grandes pérdidas electorales. Porque es evidente que el cálculo que hace el FA es que por muy mal parado que quede ante la opinión pública con esta doble y tajante negativa, es preferible soportar ese ridículo antes que arriesgarse efectivamente a un debate con Raffo, y que mostrar un buen vínculo, así sea formal, con Lacalle Pou. Preferible significa, en concreto, que estima que este ridículo doble no le costará la elección en Montevideo.

El mayor aporte intelectual de Sendic a la izquierda, por lejos, fue su exitosa metáfora acerca de que la gente vota al FA así sea que lleve de candidato a una heladera. La imagen es elocuente porque muestra un enorme menosprecio por la decisión del ciudadano. Pero, a la vez, es acertada porque resultó verdadera en muchas elecciones pasadas, sobre todo en Montevideo. En definitiva, la ocurrencia de Sendic sigue bien vigente: ¿qué otra cosa está haciendo ahora la izquierda, sino es ratificar que su electorado cautivo votará en setiembre a tres heladeras de prestaciones básicas que solo funcionarán si son enchufadas por el politburó del FA?

La idea que la dirigencia del FA se hace de sus apoyos ciudadanos en Montevideo es que solo con el corazón, la identidad, la cultura y los colores de la izquierda, alcanza para ganar. No cabe duda de que seguramente cerca de un 35% del electorado capitalino responda a esa caracterización del voto cautivo pro-FA. Pero, ¿será verdad esa definición para los 250.000 montevideanos que no adhieren devotamente a ningún partido, y que en su gran mayoría respaldaron en el pasado al FA y le hicieron así ganar varias elecciones? Setiembre dirá: allí sabremos cuánto apoyo recibirán las tres heladeras frenteamplistas.

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