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Tartufo y aliados

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francisco faig
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Se conocieron las cifras de pobreza monetaria del primer semestre de 2022: 10,7% de la población. Es un dato que condice con otros que se han verificado en mejoras económicas y sociales.

Las cifras no mienten. Medida por años, la pobreza fue de 7,9% en 2017, 8,1% en 2018, 8,8% en 2019, 11,6% en 2020 y 10,6% en 2021. Por semestres, el peor resultado desde 2019 fue el primero de 2020 con casi 12%, y desde allí la pobreza fue bajando tendencialmente (en 2021 los datos fueron 10,2% para el primero y 11% luego). En concreto: si la tendencia se mantiene, lo cual es posible gracias al mayor crecimiento esperado de la economía para este 2022 y a las políticas sociales focalizadas, lo más probable es que este año se logre bajar nuevamente la pobreza monetaria, como ocurrió ya en 2021.

Se trata de una excelente noticia que muestra que luego de la pandemia se ha podido revertir la tendencia al alza de la pobreza que abarcó el período 2018-2020. Sin embargo, la desesperación por instalar un relato de crisis, hambre, desigualdad y pobreza, es decir todo lo que para la izquierda es inherente a un gobierno neoliberal-autoritario como el de Lacalle Pou, ha llevado a algunos a sostener una interpretación tan sesgada como ridícula del dato de pobreza conocido esta semana.

Los protagonistas son los Tartufos, economistas zurdos las más de las veces, y sus aliados. Cual troupe de una Commedia dell’Arte, ensayan mímicas y acrobacias discursivas, y nos quieren hacer creer que opinan con responsabilidad, lustre académico y siempre preocupados por los menos pudientes.

Así, la grotesca comparación que arriesgan es que 10,7% es más que 10,2%, es decir, que el primer semestre de 2022 trajo un peor resultado que el del primer semestre de 2021. La situación estaría peor por causa de esa suba de 0,5% de pobreza; pero nada dicen del margen de error, se aferran a una estacionalidad que legitimaría sus graznidos comediantes, y quitan total significación a la baja de 0,3% entre el segundo semestre de 2021 y el primero de 2022.

El problema no es tanto que den vergüenza ajena con sus ademanes de impostores, sino que del otro lado del espectro cultural y político sus consideraciones de pacotilla puedan llegar a tomarse en serio.

Ocurrió, por ejemplo, con la pequeña y calumniadora patota de politólogos que, respaldados por una fundación alemana que asesora al Partido Nacional, afirmó con aire de solemnidad académica que el proceso legislativo de la Ley de Urgente Consideración (LUC) resultó autoritario y por tanto dañó nuestra democracia. Y ocurre también cuando periodistas devenidos en desembozados operadores de la izquierda fomentan campañas internacionales que buscan hacer creer que corre aquí algún peligro la libertad de prensa.

La verdad es que no hubo autoritarismo alguno en el proceso de la LUC; que la libertad de prensa es total; y que no hubo aumento de la pobreza en el primer semestre de 2022 con relación a 2021. Y la verdad es que el enfrentamiento con la izquierda no es solamente político: el campo cultural y discursivo también exige desenmascarar a los indecentes Tartufos zurdos y sus aliados, ya que todos ellos están dispuestos a propagar las mentiras más inauditas con tal de que el Frente Amplio vuelva al poder.

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