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Es la plata

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Francisco Faig
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El principal tema que preocupa a los uruguayos es la plata: el trabajo, los ingresos que no alcanzan, el poder de compra que mengua. Sin embargo, la plata no aparece como el principal tema de campaña de los candidatos oficialistas ni desafiantes.

Algunos encontrarán la causa en que prefieren hacer énfasis en urgencias de seguridad y de convivencia, que también preocupan mucho y que implican enfrentar la ola delictiva de otra forma; se dirá que otros atienden más a dificultades estructurales mayores, como los cambios en la educación popular o la mayor exigencia ética en la política; o se señalará que otros apuestan a seguir agrandando al Estado benefactor como herramienta de ayuda social y que por tanto privilegian aumentar impuestos.

Sin embargo, estos argumentos siguen sin responder lo siguiente: ¿por qué al inicio de la campaña electoral todos eluden el que según todas las encuestas es el principal tema de preocupación de los uruguayos? A pesar de ser algo simplificadora, la siguiente explicación merece ser tenida en cuenta, porque presta atención a una de las consecuencias de la fractura social-económica en la que evoluciona la burbuja del mundo político.

Nadie habla de la plata en el oficialismo por dos motivos. Primero, porque hace muchos años que sus principales dirigentes tienen un nivel de ingresos muchísimo más alto que el de la mediana de los uruguayos. En definitiva, su entorno no vive ni conoce las penurias cotidianas de las amplias mayorías de las clases medias y populares, sino que disfruta del buen pasar propio del mundo político: altos salarios ligados a una burocracia pública que no sufre de vaivenes coyunturales. Segundo, porque la opinión atribuye el efecto de la mayor riqueza de estos años al Frente Amplio en el gobierno. En este sentido, el oficialismo no siente que sea tan grave la actual merma de ingresos. Llegado el caso podría incluso admitir que hay problemas de plata, pero a la vez recordará que fue en esta década progresista que todo el mundo mejoró radicalmente su poder de compra con relación al punto bajo de 2002.

En la oposición también hay dos motivos. Primero, porque si se atiende al origen social y al nivel de ingresos de los principales dirigentes opositores, la inmensa mayoría está muy por encima de la mediana de los uruguayos. La burbuja aquí es en parte compartida con sus pares frenteamplistas. Segundo, porque ya sea por motivos ideológicos o ya sea por la ceguera social propia de la sociedad fracturada, los dirigentes de los partidos desafiantes no logran caer en la cuenta de que, efectivamente, el problema más importante es el de la plata. Muchos de ellos ya sufrieron ese sesgo en el pasado, por ejemplo, creyendo que el IRPF es pagado por la mayoría del mundo trabajador.

Finalmente, hay un discurso dominante que a todos adormece y que afirma que vivimos en un país con solo 8% de pobres, casi sin indigentes, receptor de inmigrantes y con una inflación estimada solo en 8% anual. En todos estos años los partidos desafiantes siempre aceptaron y jamás contrariaron la veracidad de este relato del mundo Walt Disney-progresista.

Por todo esto, al despuntar el año electoral, nadie habla del principal problema de la gente: la plata.

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