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¿País de inmigrantes?

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Francisco Faig
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Prepárese para una nueva gran mentira en este año electoral: gracias al Frente Amplio en el poder y a que somos referencia de crecimiento en la región, nos transformamos en receptores de grandes corrientes inmigratorias internacionales.

Históricamente el saldo migratorio internacional, es decir el resultado de inmigrantes menos emigrantes, fue negativo en más de 275.000 habitantes entre 1963 y 1985, y también negativo en unas 150.000 personas entre 1985 y 2005. El mito que se nos quiere hacer creer ahora es que rompimos con ese Uruguay del pasado y que desde 2005, y sobre todo en los últimos años que se ven tantos inmigrantes en el país, todo ha cambiado.

La verdad de las cifras desmiente ese mito. Entre 2005 y 2017 el saldo migratorio internacional también fue negativo, con un resultado global impresionante: unas 81.000 personas en total en esos 13 años. Se trata prácticamente del mismo ritmo de fuerte emigración que se verificó durante el período 1985-2005, salvo que hubo una diferencia real fundamental: entre 2005 y 2017 se registró la mayor bonanza económica de la que se tenga memoria. Por cierto, en el primer semestre de 2018 el saldo negativo se agravó con respecto a 2017, para pasar a ser de unas 16.000 personas en total.

Una confirmación indirecta de los datos más actuales surge del envío y la recepción de remesas de dineros del exterior. Las cifras del primer semestre de 2018 muestran que se enviaron desde Uruguay cerca de 185.000 remesas al exterior, pero que sobre todo se recibieron cerca de 220.000 en total. Fueron 58 millones de dólares los que partieron, menos que los 69 millones que entraron al país en este primer semestre, y que fueron enviados por uruguayos que ayudan así a sus familiares.

En concreto: ¿cuántos son realmente los extranjeros que están residiendo en Uruguay? En 2017 se concedieron menos de 8.000 residencias permanentes para personas originarias de países del Mercosur, de las cuales cerca de 3.000 para venezolanos; en lo que va de este 2018, son cerca de 9.000 en total, de las cuales poco más de 4.000 para venezolanos. Al menos desde 2014 las cifras anuales son siempre muy parecidas. Hoy, los extranjeros que trabajan y están declarados, según los registros de BPS, alcanzan a algo más de 34.000 personas en total.

Es cierto que hay más extranjeros trabajando hoy que hace un lustro. Pero no es verdad que estemos ante un aluvión inmigratorio que haya cambiado el signo general de nuestra población activa o que haya revertido el movimiento general de pérdida de población nacional por causa de nuestra siempre gran emigración. Los datos para los venezolanos, por ejemplo, tanto en cifras absolutas como relativas con respecto a nuestra población total, son francamente menores. Es que la inmensa mayoría de ellos emigra en Sudamérica a Colombia, Perú, Ecuador, Argentina y Chile, y no a Uruguay.

Creer que Uruguay es ahora un país de oportunidades que recibe a decenas de miles de extranjeros y que ya no sufre más el éxodo de su gente, es pura fantasía izquierdista. La verdad es que los uruguayos siguen emigrando igual que hace 20 años y que los extranjeros no llegan tan numerosos como para considerarnos un país gran receptor de inmigración.

No creamos en los mitos progresistas. Son puras mentiras.

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