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Nefasta herencia en DDHH

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FANCISCO FAIG
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La izquierda actúa mal en el tema Derechos Humanos (DDHH). Su definición es parcial; su interpretación, sesgada; y por tanto su credibilidad se perdió.

Su definición es parcial. La batalla política y cultural que ha dado la izquierda, desde la construcción de un relato mentiroso sobre la Historia del país entre 1962 y 1973, gira en torno a la idea de que aquí solo hubo violaciones a los DDHH de parte de las fuerzas represivas del Estado. Permitió, por ejemplo, poner fecha de 1968 al inicio de una deriva estatal autoritaria, lo que abrió la puerta a decenas de cobros de pensiones en favor de víctimas de violaciones a los DDHH que en realidad son, por lo menos, sospechosas. Quienes sufrieron esos años saben bien que ese relato zurdo es interesado y parcial: las cárceles del pueblo tupamaras y sus torturas, por ejemplo, lo contradicen.

Su interpretación es sesgada. Toda la preocupación que la izquierda mostró en estos veinte años por el tema DDHH no impidió en nada que, durante el ejercicio del poder de parte del Frente Amplio (FA), la situación de los presos en las cárceles empeorara radicalmente. Fue una vergüenza denunciada en foros nacionales y mundiales, que generó situaciones espantosas y cotidianas de violaciones gravísimas a los DDHH. El sesgo se hizo evidente: la misma izquierda que se rasga las vestiduras por las violaciones a los DDHH de sus simpatizantes entre 1968 y 1985, fue la que gobernó sin importarle absolutamente nada de los DDHH de los presos entre 2005 y 2020.

Su credibilidad por tanto está perdida. Pretender que aquí solo la represión estatal violó los DDHH entre 1968 y 1972; repartir pensiones a los hoy veteranos compañeros izquierdistas, por considerarlos víctimas de una dictadura cuyo inicio se inventa fue en 1968; gobernar por 15 años con un balance de cantidad de muertos en las cárceles por causas violentas muy superior al de la dictadura, y con denuncias tremendas de violaciones a los DDHH en esas dependencias del Estado; y marchar cada 20 de mayo como si nunca hubiera ejercido el poder para encontrar más respuestas que las que hay sobre las tragedias familiares de los desaparecidos, solo puede terminar haciendo dudar seriamente sobre la pureza de intención de la izquierda en el tema DDHH.

Increíblemente para alguien que sinceramente creyera en que el FA se iba a preocupar de verdad en resolver estos problemas, la cuestión de los DDHH está peor hoy que en 2005. Y es que en todos estos años la izquierda actuó con una artera y premeditada mala fe. Primero, al promover con éxito un relato que ignora, y por tanto daña, a quienes sufrieron los atropellos guerrilleros izquierdistas a los DDHH, sobre todo entre 1968 y 1972. Y segundo, porque gobernó sin importarle los DDHH de miles de presos durante 15 años. Se preocupó por disimular el tema en la consideración de la opinión pública. Y en ese afán encontró apoyo, como siempre, en los numerosos operadores de su hegemonía cultural, cultores de un cinismo proverbial, que en estos lustros ni siquiera han mencionado estos asuntos.

La generación nueva y la mirada distinta que llegaron al poder el 1° de marzo seguramente logren mejorar muchísimo los DDHH en el país. Pero sincerémonos: la herencia del FA en este tema es, sin duda, nefasta.

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