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La Misa Criolla

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Francisco Faig
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Pocas obras musicales de acentos regionales tan hermosas como la Misa Criolla de Ariel Ramírez con Los Fronterizos.

Desde su llegada al Vaticano, el papa Francisco la ha difundido con pasión porque ha visto allí, con razón, una expresión popular, periférica y de extrema belleza que exalta la liturgia y el credo católicos.

Sin embargo, en una perspectiva crítica, alguien podría decir que desde la apertura de la obra, con su Kyrie, Ramírez y los sacerdotes que concibieron el texto de esta misa cantada hacen excesivo hincapié en la culpa de los creyentes-hijos de Dios: se repite mucho, con solemnidad, "Señor ten piedad de nosotros, Cristo ten piedad de nosotros". En el cierre del canto, con el Agnus Dei, se insiste también con que el "cordero de Dios" debe tener "compasión de nosotros", y es el coro quien luego canta "danos la paz".

Quizá alguien pueda decir que a inicios de los años sesenta, cuando la Misa Criolla fue compuesta, en vez de insistir tanto en la dimensión pecadora de los creyentes, el mensaje católico debió de haber valorado más la esperanza y el amor de Dios. En vez de la separación categórica y jerárquica entre el Señor y su pueblo, la composición de ambición popular podría haber resaltado más la igualdad de los fieles, todos hijos de Dios, en un continente por cierto tan injusto como el sudamericano de ese entonces.

En efecto, la desigualdad era feroz, con países como Colombia, Brasil o Bolivia que incluso luego, en los años 80, estaban en este sentido entre los peores del mundo en un continente en el que se extendía además una enorme pobreza. Había también una gran ignorancia: se calcula que hacia 1960, entre la población de 15 a 64 años solo algo más de la mitad del total había pasado por la educación primaria en Colombia, Bolivia y Perú. En 1970, un tercio de la población brasilera, tan católica, eran analfabetos sin ninguna educación formal; en Bolivia, representaban el 40%; y en Ecuador, eran casi uno de cada cuatro del total.

Pero Ramírez no hizo de su Misa Criolla un velado mensaje en favor de un cambio social. Y lo cierto es que si hiciéramos un ejercicio de ciencia ficción y supusiéramos que una obra así fuera compuesta hoy en día, seguramente la horda de pseudo- progres que ha invadido el mundo de la cultura y la vida social, con su extendido dogmatismo de lo políticamente correcto, la criticaría duramente, ya que sería enjuiciada como infame defensora de los valores-opresores-heteropatriarcales-capitalistas-conservadores. Se movilizarían, incluso, para prohibir su difusión.

El regocijo espiritual de la belleza de la Misa Criolla quedaría pues sepultado bajo este imperativo dogmático que, infelizmente, viene aplastando todo a su paso. Según estos bárbaros del siglo XXI, no ha de leerse Lolita de Nabokov, ni apreciarse algunos cuadros de Balthus, ni tampoco aceptar la versión original del final de la ópera Carmen de Bizet, por ejemplo, porque ninguna de estas obras respetan ni promueven el deber ser moral que estos nuevos hunos fanatizados profesan y quieren imponernos en el arte.

En este domingo de Pascuas apreciemos la belleza musical de la Misa Criolla. Resucitemos, en definitiva, el mejor espíritu de nuestra civilización occidental hecho de la más amplia Libertad.

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