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Mir y Peñarol

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En un reportaje de César Bianchi, el exdirector nacional de educación Juan Pedro Mir admitió que el “cambio del ADN” de la educación prometido por Vázquez en 2014 no quedó en nada. “No va a cambiar nada. Ganó el statu quo de una forma de ver, de gestionar el cambio (...) hay una clara alianza entre el poder sindical (sobre todo de Fenapes y de Ades) con el MPP, el Partido Comunista y sectores vinculados al Partido Socialista... No va a cambiar nada”, insistió.

En un reportaje de César Bianchi, el exdirector nacional de educación Juan Pedro Mir admitió que el “cambio del ADN” de la educación prometido por Vázquez en 2014 no quedó en nada. “No va a cambiar nada. Ganó el statu quo de una forma de ver, de gestionar el cambio (...) hay una clara alianza entre el poder sindical (sobre todo de Fenapes y de Ades) con el MPP, el Partido Comunista y sectores vinculados al Partido Socialista... No va a cambiar nada”, insistió.

Mir sabe que “el 70% de los jóvenes va a estar fuera de una sociedad integrada”, y sabe también que su hija que cursa enseñanza pública, como tiene padres socialmente integrados, tendrá un capital social medio y oportunidades. Mir, de izquierda, fue derrotado. No grita. No se enoja. No exige responsabilidades. Entrevé que su escape familiar es posible, y se resigna por lo demás.

La gente que fue al partido que inauguró el estadio de Peñarol sufrió trancazos gigantescos en el tránsito tanto al llegar como al finalizar el encuentro. Increíblemente, una obra de estas características no previó en tiempo y forma espacios suficientes para estacionar, semáforos, lugares para los ómnibus y para cruzar con seguridad la ruta y demás definiciones elementales. Para la fiesta del miércoles de nuevo hubo embotellamientos y por ello se empezó casi una hora más tarde.

Fueron miles los perjudicados. Pero, increíblemente, el intendente de Montevideo, que obviamente es parte responsable de la situación, declaró que le “preocupa el acceso. Hay mucha gente en tan poco tiempo en los accesos. Es un tema que tenemos que trabajar”. Agregó que se deben “encontrar soluciones”, como si ellas ya no debieran de haber estado prontas. Convengamos que esta cara de piedra de Martínez hace honor al exquisito legado de Arana, que mientras se desempeñaba como Intendente se quejaba, con su mejor cara de compungido -yo no fui- de los problemas del tránsito capitalino.

Los hinchas sufren así la desidia pública: saben que las cosas se hicieron mal, que nada tendrá pronto arreglo y que para ver a Peñarol en su estadio Campeón del Siglo, tendrán que bancarse esta situación en el tránsito por un buen tiempo. Pero nadie se hace responsable. Termina ganando la resignación.

Es difícil enumerar todos los motivos de esta resignación nacional que aquí se ilustra con dos ejemplos pero que tiene mil rostros cotidianos, algunos muy graves y otros casi anecdóticos. Quizá sea porque somos una población envejecida; quizá, por el peso muerto de una añeja y afianzada lógica funcionarial- burocrática que todo lo espera y lo asigna a un Estado demiurgo y aletargado; quizá, por cierta indolencia que es propia de un rincón provinciano y lejano del mundo como el nuestro.

Pero lo cierto es que esta falta de exigencia ciudadana de una mayor calidad colectiva termina acostumbrando al país a una asentada mediocridad como medida de todas las cosas. Vivimos en una penillanura de ovina resignación suavemente ondulada por una desidia de egoísmo y autocomplacencia impares. Aceptamos que todo esté atadito con alambre; irla llevando, y que cada uno se arregle como pueda (ajo y agua).

Aceptamos así tomar el camino que nos lleva inexorablemente a estar cada vez peor.

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Francisco Faig

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