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La izquierda descreída

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La previsiblemente baja participación en la próxima elección a presidente del Frente Amplio preocupa a la izquierda. Se suma así a tres graves decepciones que la tienen contrariada.

La previsiblemente baja participación en la próxima elección a presidente del Frente Amplio preocupa a la izquierda. Se suma así a tres graves decepciones que la tienen contrariada.

La primera es constatar el fin del proyecto progresista regional. Podrá parecer algo teórico o muy lejano para quienes no crean en la liturgia izquierdista. Pero para sus numerosos devotos se trata de una desazón de relevancia casi religiosa. Aquello de más y mejor Mercosur ya no se lo cree nadie. Las corrupciones infames del kirchnerismo y del PT en Brasil estrujan el alma. Y los disparates dictatoriales de Maduro tampoco ayudan al sueño solidario de unidad sudamericana para construir la patria grande. ¡Si hasta Cuba arregló con los gringos!

La segunda es darse cuenta de que el cambio en el viento de la bonanza internacional dejó a la vista que el Frente Amplio, en realidad, no era tan bueno gobernando como se pensaba. Apenas se complicó un poco el panorama el gobierno optó por ajustar los salarios reales para intentar devolver competitividad a la economía y frenar la inflación. Y esas pautas no se tocan. Más grave aún: en el largo plazo, todos saben que el desastre educativo de la izquierda en el poder tronchará el futuro del país sin remedio alguno. Porque las nuevas generaciones de las clases medias y populares, mal capacitadas, no podrán obtener nunca buenos empleos bien remunerados.

La tercera es tener que admitir que el Frente Amplio en el poder es tan o más corrupto que cualquier otro partido. Lo de Sendic, de verdad, es trágico. No solamente haber usado a Ancap para favorecerse en la interna de 2014. Sino fundirla de manera tal que, incluso hoy luego de la capitalización, sigue perdiendo decenas de millones de dólares.

Pero el problema además es que no es el único. Están los amigos de Mujica y el Fondes, lo de los casinos, Pluna y ASSE. En general, es todo ese desorden del mal manejo de los dineros públicos del que sobran ejemplos: desde lo que se pierde en AFE hasta los curros del Mides, pasando por la corrupción de la intendencia frenteamplista en Maldonado o del deporte en la de Montevideo, hasta las millonarias asesorías para el proyecto de puerto oceánico en Rocha o el bulín Pintado en el ministerio de obras públicas, etc.

Con estas enormes decepciones a cuestas y con menos de 120.000 votos el 24 de julio: ¿cómo sigue la izquierda? Hay un núcleo aguerrido que procurará profundizar los cambios estructurales y para ello avanzará en la reforma constitucional. No para distraer, sino porque en plena desazón optará por dar allí su batalla de pureza ideológica izquierdista. Hay otro numeroso elenco burocrático que se benefició con cargos, consultorías y mejores salarios, que intentará irla llevando en estos años, siempre aferrado a sus prebendas de poder.

Finalmente, descreída y dolida, hay mucha gente que decidirá alejarse. No precisa aún convencerse de apoyar a alguno de los partidos de oposición, porque es algo que evaluará cuando llegue 2019. Puede conformar un importante voto en blanco, como pasó en Montevideo en mayo de 2010. O puede reencantarse con un nuevo liderazgo (Martínez). Pero en todos los casos, su actual decepción tendrá consecuencias electorales.

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Francisco Faig

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