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No hay otra que liquidar Alas-U

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Pluna casi siempre fue un problema. Perduró administración tras administración porque nadie quiso asumir la decisión de dejar de tener aerolínea de bandera uruguaya. Nunca hubo convicción para cerrarla y asumir el consecuente costo político.

Pluna casi siempre fue un problema. Perduró administración tras administración porque nadie quiso asumir la decisión de dejar de tener aerolínea de bandera uruguaya. Nunca hubo convicción para cerrarla y asumir el consecuente costo político.

El affaire Pluna todavía no terminó de salpicar a jerarcas frenteamplistas. Sin embargo, ya dejó claro que todo el razonamiento aquel que temía por la pérdida de conectividad del país y que creía que íbamos a dejar de recibir turismo porque Pluna se cerraba, estaba completamente equivocado. En poco más de un año, las diferentes ofertas de vuelos terminaron por colmar el espacio de mercado que ocupaba Pluna.

Distintas empresas internacionales aparecieron para ofertar vuelos de todo tipo, sin por ello subir disparatadamente los precios de los pasajes. Hoy, el aeropuerto de Montevideo sin Pluna tiene más actividad que en 2010; hoy, nuestros problemas con el turismo para nada pasan porque no esté Pluna en el aire.

Ahora que la realidad del mercado mostró que no se precisa de Pluna, falta asumir otra realidad evidente: no se precisa tampoco de Alas –U. Para ser más exactos: si algunos funcionarios que trabajaban en Pluna quieren dedicarse al negocio del tránsito aéreo, son libres de hacerlo. Lo que no puede el Uruguay es seguir poniendo plata en proyectos de este tipo, subvencionándolos, prestándoles y ayudándolos por decenas de millones de dólares, solo por el chovinismo de contar con una aerolínea de bandera uruguaya.

Algunos de los calificados trabajadores que desempeñaban sus tareas en Pluna ya están trabajando en otras empresas del rubro. Otros, siguen cobrando subsidios del BPS. Aunque sea injusto para el resto de los uruguayos, es más negocio seguir pagando esos subsidios por un buen tiempo más, a decidir invertir en unas Alas- U que están llamadas a fundirse. Fundirse quiere decir que para que funcione la empresa en cuestión, el Estado tiene que poner periódicamente varios millones de dólares. O sea: sin el aporte estatal, Alas –U se funde. Con espíritu pedagógico, los dirigentes de todos los partidos debieran explicar que las prioridades no son seguir perdiendo plata en proyectos inviables e innecesarios, sino privilegiar lo verdaderamente importante para el país que, se sabe, es la enseñanza pública. Hagamos un cálculo sencillo.

Por ejemplo, ¿cuánta mejora salarial podría haberse otorgado a los docentes de primaria y secundaria si con coraje político todos hubieran asumido a tiempo que había que cerrar Pluna antes que dársela a Campiani? En estos años se dilapidaron más de 400 millones de dólares por Pluna. Eso representa el 25% del presupuesto ejecutado por ANEP en 2012.

Todo el sistema político sabe que insistir con Alas- U es tirar la plata, y que se vienen años con dificultades económicas para el presupuesto estatal. ¿Será mucho pedir, ante la catástrofe nacional que es la situación de la enseñanza pública, que se termine con la demagogia de apoyar con recursos públicos el proyecto de Alas - U? ¿Por qué no asumir el compromiso de destinar esos millones que quiere Alas –U para mejorar las instalaciones de liceos en barrios populares? Para transformarse en un país de primera hay que asumir la realidad. En este caso, el compromiso debiera ser no seguir despilfarrando dineros públicos y volcarlos al presupuesto de la enseñanza.

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Francisco Faig

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