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¿Desensillar o apurar?

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FRANCISCO FAIG
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Se van despejando las urgencias impuestas por la pandemia.

Con el posible referéndum sobre los 135 artículos de la ley de urgente consideración (LUC) en el horizonte del primer semestre de 2022, ¿se desensilla hasta esperar la definición de ese tema, o se pican espuelas reformistas?

Primero, es una decisión estratégica que debe ser tomada por toda la Coalición Republicana (CR). No tiene sentido terminar en un “animémonos y vayan” que deje frustradas reformas importantes. No sirve que unos las planteen y que otros prefieran no jugársela. En este sentido, por ejemplo, el proyecto que irá al Senado en octubre próximo para abrir Ancap a la competencia, si no está bien amarrada en respaldos y votos, podría terminar siendo contraproducente.

Segundo, hay varios ámbitos en los cuales se puede avanzar independientemente de lo que ocurra con el posible referéndum. Hay dos muy importantes, por ejemplo: la reforma en la burocracia del Estado -que se anunció para ser presentada en la rendición de cuentas de 2022-; y la apertura comercial que nos libere de los cerrojos del Mercosur. Perfectamente se pueden tomar caminos de dos velocidades: unos que irán más lentos por causa del referéndum; y otros que correrán más enérgicos gracias al ímpetu del Ejecutivo.

En tercer lugar, el cambio de Ehrlich por Miranda, que podría suponer una voluntad más dialoguista del Frente Amplio (FA), no debe engañar a nadie. El FA está belicoso y parado en la cuchilla: cree haber alcanzado las firmas con holgura; se siente reconfortado con su cámara de eco del comité de base; y ha consolidado su potente alianza sindical a través de las batallas por Ancap o por los 135 artículos de la LUC. La nueva puerilidad enunciada por acomodados izquierdistas hijos de Malvín, que sostiene que hay consensos para implementar medidas de largo aliento en política exterior o en educación, no es más que una nueva versión del histórico blablablá estéril y socialdemócrata que siempre ha estado al servicio de las mayorías socialistas del FA.

Lo cierto es que este nuevo escenario pospandemia y pre-referéndum ratifica la pertinencia de aplicar un cordón sanitario a la izquierda, ya que ni con su ala sindical ni con su ala partidista se puede contar para concretar las reformas que el país precisa. Se debe entonces dejar que esas izquierdas se expresen, con total libertad y en el marco del respeto del estado de derecho. Pero, al mismo tiempo, hay que avanzar con decisión en todo lo que se pueda concretar en favor de los cambios que fueron plebiscitados por la ciudadanía en las urnas en tres ocasiones en 2019.

Finalmente, si se termina confirmando el referéndum, mientras avanza el reformismo en otros ámbitos, los principales referentes de la CR deberán salir a dar la batalla política y electoral en defensa de los 135 artículos cuestionados, sin remilgos, coordinadamente, con inteligencia y con coraje. Porque en ese referéndum no se jugará solamente la suerte de la LUC, sino también la posibilidad cierta de que, en cualquier futuro, el país pueda tomar un rumbo distinto al que adhiere el comité de base frenteamplista. Un rumbo distinto, pues, al del resentimiento y conservadurismo que se empeña en trancar el progreso nacional.

A picar espuelas pues. Y sable en mano.

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