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Una definición política

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Mientras pasan las vacaciones se suceden hechos políticos relevantes. La pelota, ahora, está en la casa de los partidos de oposición: ¿integrarán los lugares definidos por Vázquez en diversos organismos del Estado?
El presidente electo impone un ritmo desusado a la transición política. Ya fijó sus principales cuadros ministeriales; algunas medidas prioritarias también se anunciaron; y quiere, finalmente, completar el equipo general de empresas públicas y demás entes para arrancar, con todo, el 1° de marzo. Detrás de estas decisiones, hay un talante inequívoco: Vázquez definió que gobernará con su partido y para el país.

Mientras pasan las vacaciones se suceden hechos políticos relevantes. La pelota, ahora, está en la casa de los partidos de oposición: ¿integrarán los lugares definidos por Vázquez en diversos organismos del Estado?
El presidente electo impone un ritmo desusado a la transición política. Ya fijó sus principales cuadros ministeriales; algunas medidas prioritarias también se anunciaron; y quiere, finalmente, completar el equipo general de empresas públicas y demás entes para arrancar, con todo, el 1° de marzo. Detrás de estas decisiones, hay un talante inequívoco: Vázquez definió que gobernará con su partido y para el país.

Desde la oposición se plantean dudas, opciones y divergencias en el camino a seguir. ¿Se participa de los entes estatales en función de un criterio de control que se puede entender como una especie de oposición desde dentro del Estado, y sobre el cual Vázquez ha señalado sus reticencias? ¿Se acepta la propuesta presidencial, y se deja de lado entonces la representación en la salud, la educación y la previsión social, tres ámbitos fundamentales de gestión del próximo gobierno? ¿Se omite toda participación por causa de ese talante frenteamplista mayoritario que desdeña lugares claves para la oposición, y que además ningunea el control opositor? Hay varios argumentos, distintas ideas y diversas valoraciones.

Es como que no ha sido asimilado del todo el golpe electoral y como que no se lee bien el vigor político del presidente electo. Hay un tiempo de Vázquez que parece mucho más rápido, eficiente y ejecutivo, que el tiempo de los partidos tradicionales. El divorcio, sin malhumores por ahora, no se ha disimulado. Uno quiere una resolución pronta; los otros quieren tiempo para que la realidad “decante”.

El problema es que la sartén y el mango son de Vázquez. Para la izquierda, los resultados electorales de 2014 no conforman un episodio único y puntual. Se leen en larga duración: es la tercera victoria consecutiva con mayoría parlamentaria. Es el presidente más votado en la historia del país. Por si fuera poco, habrá un diputado de extrema izquierda, y habrá también tres diputados del Partido Independiente. En total, afines a posiciones de izquierda, habrá más diputados a partir de febrero.

En este esquema, la demanda de apertura hacia los partidos de oposición para contemplar mayorías más amplias, que reflejen un mayor pluralismo en la toma de decisiones, no es prioridad para esta tercera administración del FA. En resumidas cuentas: te ofrezco este menú y en este plazo. Si estás de acuerdo bien, y sino también.

Si mi lectura del talante frentista es correcta, Vázquez no tendrá problema en dejar fuera de los entes estatales a los representantes de la oposición, si ella no se aviene a su criterio de tiempo y forma. Porque su interpretación de los resultados electorales, con cierta razón, es que los uruguayos no castigaron el ejercicio de un gobierno de mayoría propia y excluyente.

Los partidos tradicionales tienen una definición política que tomar: concretamente, aceptar o no la propuesta de Vázquez. Pero, de forma más general, se trata de definir qué tipo de oposición quieren conducir en estos años.

No es fácil, porque sus repetidos fracasos electorales les exigen una tan inédita como profunda reflexión política.

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Francisco Faig

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