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La cuestión sindical

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En estos once años de crecimiento económico hubo un gran aumento del salario real. Medido en base 100 para julio de 2008, pasó de 87,67 en enero de 2003 a 132,27 en julio de 2014. Los consejos de salarios ayudaron, seguramente, a esa evolución. Por otro lado, la política de la izquierda que aumentó progresivamente el monto del salario mínimo no repercutió en una suba del desempleo: quedó claro que había un amplio camino por recorrer en un sentido de dignificación de los salarios sin perjudicar la marcha del país. Las sustanciales mejoras en las condiciones laborales de las empleadas domésticas y el régimen más justo de ocho horas para la actividad pecuaria fueron en el mismo sentido. Se trató de iniciativas del Frente Amplio, apoyadas por los demás partidos en el Parlamento, que cambiaron la vida de decenas de miles de personas de la condición social más humilde.

En estos once años de crecimiento económico hubo un gran aumento del salario real. Medido en base 100 para julio de 2008, pasó de 87,67 en enero de 2003 a 132,27 en julio de 2014. Los consejos de salarios ayudaron, seguramente, a esa evolución. Por otro lado, la política de la izquierda que aumentó progresivamente el monto del salario mínimo no repercutió en una suba del desempleo: quedó claro que había un amplio camino por recorrer en un sentido de dignificación de los salarios sin perjudicar la marcha del país. Las sustanciales mejoras en las condiciones laborales de las empleadas domésticas y el régimen más justo de ocho horas para la actividad pecuaria fueron en el mismo sentido. Se trató de iniciativas del Frente Amplio, apoyadas por los demás partidos en el Parlamento, que cambiaron la vida de decenas de miles de personas de la condición social más humilde.

En todo este proceso las exigencias sindicales fueron determinantes. Como ilustración reciente puede tomarse la suba del 13% del salario real en el último año en el sector del comercio: allí pesaron los aumentos de salarios más bajos, por muchos años infamemente sumergidos, en el sector de los supermercados. Así, en estos años el sindicalismo se favoreció de leyes que promovieron su actividad; creció en centenares de miles de afiliados; se hizo fuerte en tareas sociales solidarias; y ganó en protagonismo político. Siempre alineado al FA, el Pit-Cnt pasó a ser un factor de poder ineludible.

El problema es que la balanza se inclinó demasiado. El recurso de la huelga ha sido muchas veces mal utilizado; la ocupación de los lugares de trabajo cayó en excesos; los negocios inmobiliarios del Pit-Cnt y la corruptela en Asse terminaron en acusaciones delictivas. Pero sobre todo el Frente Amplio no ha podido frenar políticamente este desmedido peso sindical. Pasó cuando el Sunca rodeó el Parlamento con miles de trabajadores para que la izquierda votara la ley de responsabilidad penal empresarial (fascismo a la uruguaya). Pasa en la enseñanza pública, donde los sindicatos dictan su ley en perjuicio de los estudiantes. Pasa cada vez que el Frente precisa del sindicalismo para denostar moralmente a sus rivales en campaña electoral. Pasa ahora: Vázquez juega a discrepar con el paro del 18 de setiembre, mientras que la publicidad del Sunca se ocupa de calumniar al candidato blanco.

Todo el mundo sabe que los futuros aumentos salariales deberán dar mayor protagonismo a la productividad del trabajo. La lógica sindical del mayor reclamo siempre satisfecho se acabó porque ya no vamos a crecer al ritmo en que lo hicimos en el pasado. También, para mejorar la situación de la enseñanza pública, se sabe que habrá que limitar el poder que han acumulado en estos años sus sindicatos.

En este contexto por todos previsible, la cuestión es si Vázquez nuevamente presidente tendrá voluntad de enfrentar este exceso sindical. Siempre prefirió ceder, y esta vez deberá un gran favor al Pit- Cnt que lo apoyó en un momento difícil de campaña. Por el otro lado, los partidos tradicionales cuentan comparativamente con dos ventajas. Una, para negociar mejor, su independencia del poder sindical. Dos, sus propuestas sin voluntad refundacional y con designio reformista.
Sea cual fuere quien gane, lo cierto es que el sindicalismo actual precisa un freno. Y eso lo sabemos todos.

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Francisco Faig

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