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La CR en acción

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FRANCISCO FAIG
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Uno de los resultados más importantes de 2020 fue la demostración de calidad gubernativa de la coalición republicana (CR). 

En efecto, en un contexto de estrés político e institucional muy grande, supo conducir con determinación al país en plena crisis, y también avanzar en la aprobación de leyes claves para el ejercicio de su administración.

Hay una lectura, que proviene de la izquierda, que quiere hacer creer que la CR es un intríngulis hecho de cuasi fascistas conservadores que representan lo peor del país. La caricatura es sencilla: seguramente en base a las lecturas de las novelas pseudo- marxistas de los Barrán, mal digeridas por el potpurrí de lugares comunes de los Trías, las luminarias zurdas descubren apellidos repetidos, como Manini Ríos o Herrera, por ejemplo, y ¡zas! Deducen que debemos de estar ante algo parecido al oprobio que enseñan los Caetano que fue el régimen de Terra.

Contentos con la comparación más difícil de encontrar, ya que implica desempolvar algún ejemplar de la pequeña colección de Historia de Banda Oriental, por ejemplo, se regodean luego en verificar las coincidencias entre lo que consideran es el fascismo absoluto que representa Bolsonaro en Brasil, y las botas lustrosas de la mayoría de los dirigentes de Cabildo Abierto. La conclusión izquierdista alumbra entonces con facilidad: la CR no sólo es un contubernio conservador y reaccionario, sino que además pende sobre ella la inestabilidad propia que caracterizan a los movimientos fascistas.

Si se sale de la ciencia ficción que acabo de narrar, que parecerá caricatural pero que definitivamente sobrecoge a miles de izquierdistas vernáculos, la verdad es que la CR es una clásica coalición de partidos que ejerce un gobierno de fuerte tono parlamentarista. Aquí no hay fascismo criollo de ningún tipo; el apellido Herrera nunca tuvo nada que ver con un conservadurismo antidemocrático; y el batllismo que cogobierna hoy está muy lejos de las recetas de los cambios múltiples para desarrollar la economía nacional.

Si los lentes izquierdistas no distorsionaran tanto el análisis académico de nuestra pequeña Montevideo, se vería fácilmente que la CR enfrentó la crisis con un respeto absoluto de las garantías individuales democráticas; con un ejercicio eficiente del poder, de forma de acelerar reformas necesarias ante la situación de excepcionalidad sanitaria; y con un sólido sentido de Estado que lejos estuvo de disolverse, ausentarse o quitarse del medio en el gravísimo contexto de dificultades económicas y sociales que se acumularon en 2020.

Hay mucho para avanzar todavía de parte de la CR gobernante. Hay reformas que quedaron pendientes en 2020 que precisan de ajustes de negociaciones internas para terminar de ser aprobadas. No hay nada extraño en todo ello, sino que forma parte de la vida misma democrática de la que participan, convencidos, todos los actores partidarios que conforman esa coalición. En definitiva, estamos ante un escenario reformista que sin duda tendrá limitaciones pero que sustancialmente es eficiente, y que muestra la madurez de la CR para ejercer el gobierno y para avanzar con mayorías que son ampliamente representativas de lo que el pueblo votó en 2019.

La CR seguirá en acción. Es una buena noticia para la democracia.

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