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Carnívora o Bambi

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Francisco Faig
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Bien dice el Eclesiastés que todo tiene su momento oportuno. Hoy, la clave es cómo lograr que la irritación y la desazón ciudadanas con este gobierno, muy extendidas en las clases medias urbanas y rurales, se traduzcan en un futuro apoyo a una oferta de alternancia en el poder.

Hay signos positivos. Primero, una clara consciencia en los dirigentes blancos, colorados e independientes de que el próximo gobierno debe ser multipartidario, de forma de contar con mayorías parlamentarias que aseguren la gobernabilidad. Es evidente, pero importa tenerlo claro: si el candidato blanco gana el balotaje, no gobernará solo con su partido. Segundo, las iniciativas de distintos dirigentes opositores que buscan acordar propuestas generales, dejan en claro que hay capacidad de diálogo y concordancia para fijar un gran rumbo común. Por tanto, habrá una alternancia posible.

Hay también, tácitamente, una división del trabajo electoral que está propiciada por las reglas del balotaje y que todos los partidos de oposición parecen asumir con tranquilidad: una primera vuelta, en la que cada sector marca su perfil proselitista propio y obtiene su representación parlamentaria; y luego una segunda vuelta, en la que la convergencia electoral se allana gracias al gran rumbo general previamente concertado.

Hoy, lo importante es dejar fijados mojones-propuestas que muestren que la oposición tiene ese rumbo propio. Pero también, dejar en claro que blancos, colorados e independientes son radicalmente distintos, en aspectos medulares, a la izquierda en el poder. Infelizmente, las señales en este sentido son, demasiadas veces, borrosas.

El último ejemplo de esas malas señales fue la venia votada por unanimidad en el Senado a las nuevas autoridades de ASSE. ¿Acaso no han sido críticos blancos y colorados con la gestión de Carámbula en Canelones? ¿Acaso no fue contundente la tarea del diputado blanco Lema para mostrar, entre otras cosas, los desvíos del hospital de Rivera, cuyo exdirector es considerado "honesto" por Carámbula? ¿Acaso, de verdad, la oposición confía en que este gobierno cambiará ahora radicalmente el rumbo de ASSE?

La oposición parlamentaria se equivocó. Pero no fue una excepción: ya había votado en silencio, por ejemplo, la renuncia de Sendic por "motivos personales". Y es que hay una tonta confusión entre oposición responsable y oposición peso pluma. Responsable hoy es marcar claramente y siempre que sea posible, actitudes, votos y gestos diferentes con respecto al gobierno frenteamplista. Implica ser feroz crítico; y luego, también, proponer con solvencia un rumbo propio.

La oposición peso pluma cree que sumándose al oficialismo, la izquierda será benevolente en el juego del poder. También, estima que los ciudadanos reconocerán ese espíritu colaboracionista en las urnas. Muestra así una ingenuidad infantil, que seguramente sea motivo de íntima mofa de Vázquez o Mujica, y que, por lo torpe, naturalmente aflige y exaspera a cualquiera que entienda algo de política.

Hoy, las unanimidades son para el pequeño Bambi y sus amigos del bosque. Si la oposición quiere ganar, tiene que ser sanguinaria, carnívora, por una buena razón: es la única forma de terminar con la actual decadencia frenteamplista.

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