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No tiene arreglo

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Rodolfo Sienra Roosen

Es lógico que el drama de la inseguridad afecte a todos, al que tiene recursos y al que no, pero lo sienten mucho más los pobres. Los otros tienen más defensas para su vida o sus propiedades. Parece mentira tener que si no justificar, por lo menos exponer las precauciones que la población está tomando a costa de gastos y de riesgos.

Además, unos están en mejores condiciones que otros para reponer lo que le sacan. A la pobre gente que le roban un calefón, un televisor, ropa, dinero de su casa, le puede costar mucho o resultarle imposible recuperar lo que el delincuente le lleva o reparar el daño que le causa.

En ese terreno, el gobierno se ha desacreditado por completo, y allí ha de estar seguramente una de las causas eficientes de su inminente derrota electoral.

Primero y antes que nada, el valor a atender es el de la seguridad, sobre todo cuando lo que se juega todos los días en todos lados contra la delincuencia que va en aumento progresivo, es la vida de una persona. Después vendrá la preocupación por cuidar la salud, o por la falta de empleo.

Es imputable directamente al presidente Vázquez que bajo su gestión el problema se haya agravado sensiblemente.

Eligió dos ministros del Interior que nunca inspiraron confianza al pueblo. Uno de ellos, el Dr. Díaz, fue el que generó la idea de la "sensación térmica" que no le hizo gracia a nadie.

Y el desenfado de la actual ministra en sus poses, dichos y actitudes, le ha hecho perder respeto en los habitantes del país y seguramente en sus subordinados. Ya es tarde para desplazarla del cargo, salvo la sensibilidad de demostrar voluntad para dar mayores garantías en las elecciones, porque el deterioro de la imagen de la izquierda en el deber de vigilancia a la seguridad y al orden público, ya no tiene arreglo.

Hace unos días, en interesante charla con un amigo cuya actividad le requiere viajar de continuo, nos contaba del cambio de Colombia. Estuvimos en Bogotá hace unos diez años, más o menos, y los choferes de los taxímetros se negaban a entrar al mediodía al centro de la ciudad. Hoy habrá delincuencia, pero con seguridad privada y presencia policial en la ciudad y aledaños, las cosas han mejorado sensiblemente. Y hablamos de la delincuencia común, no de la guerrilla.

A su vez, se nos decía que un mejicano que nos visitó recientemente, quedó preocupado por los términos del discurso de Mujica, que se ha teñido el pelo, pero que sigue confrontando, azuzando a la gente que vive en unos barios contra la que lo hace en otros, y proclamándose el líder de los pobres en su guerra contra los ricos. "Tengan cuidado, que así empezamos nosotros", fue el mensaje que nos dejó el ocasional visitante.

En contrapartida, en Sidney se pueden dejar computadoras portátiles u otros objetos de valor en las mesas ubicadas en las veredas y volver al rato, que allí estarán.

Entretanto, hace poco que en la plaza de Maldonado estuvo la bandera comunista ondeando siete horas, sustituyendo a la nacional, y la policía no hizo nada para impedirlo.

No va a ocurrir, pero en la perspectiva de cinco años de gobierno más de esta gente, hay motivos para preocuparse de verdad. No tienen idea de cómo enfrentar esta agresión social.

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