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Una nueva trazabilidad

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FERNANDO MATTOS
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Uruguay es un país con vocación ganadera, base de la actividad económica más prolongada de nuestra historia desde la introducción de los primeros vacunos, a principios del siglo XVII.

Estamos estrechamente vinculados con los mercados externos, atentos a sus cambios, requerimientos sanitarios, ambientales, temas vinculados al bienestar animal y tantos otros que los mercados imponen como condición de acceso, priorizando la inocuidad de los alimentos, preservando la salud de sus consumidores.

La cadena agroindustrial exportadora uruguaya goza de muy buen prestigio y, a pesar de nuestra pequeña dimensión geográfica, somos un actor importante en el comercio de carnes, situándonos entre los diez mayores exportadores del mundo. Esta imagen ha sido construida por décadas, superando las más altas exigencias, crisis sanitarias, como ocurrió con el “mal de la vaca loca”, o la aftosa del 2001.

Sea por temas sanitarios propios o ajenos, hemos tenido que ceñirnos a los mayores estándares de calidad de nuestra producción, lo que nos llevó a aplicar la trazabilidad vacuna obligatoria, primer e indispensable eslabón para generar un producto diferenciado hasta llegar al consumidor final. Trazabilidad viene del francés “trace” que significa huella, a partir de la identificación individual del vacuno y permite seguir su rastro, debiendo ser capaz de responder preguntas respecto de su origen, edad, salud, alimentación, lugares en que estuvo y también con cuales otros bovinos convivió a lo largo de su vida. Uruguay cuenta con larga experiencia en sistemas de trazabilidad, siendo de los pocos países que tiene la totalidad de su rebaño con identificadores individuales e información de movimientos, por medio del Sistema de Identificación Ganadera-SNIG. Es una herramienta fundamental, parte de la política de estado en materia sanitaria y de acceso a mercados externos que más nos ha permitido abrir puertas, como es el caso reciente de Japón.

No obstante, este instrumento goza de mucho más prestigio en el exterior que hacia adentro, siendo grande la parcela de usuarios que ven en la trazabilidad, un creciente engorro burocrático, una intromisión estatal, o un costo de escaso retorno, sin identificar claramente todos los beneficios que puede proporcionar. Desde el inicio de su aplicación, ha faltado una clara campaña gubernamental de difusión mostrando las ventajas del sistema. Es una herramienta clave para las campañas sanitarias, brucelosis, tuberculosis, garrapata, entre otras. Para la atracción de capital de inversión que ha visto la mayor seguridad en la individualización, a pesar de recientes acontecimientos de carácter penal. Como instrumento de gestión, del mejoramiento genético y productivo, permitiendo ajustar dietas, identificar líneas mejoradoras, animales resistentes a enfermedades. O para agregar valor final, pues la trazabilidad del ganado pasa al proceso industrial y permite diferenciar el producto, de acuerdo con lo que requiere determinado mercado.

Entendemos que el sistema de trazabilidad de Uruguay es avanzado pero requiere ajustes. Está subutilizado en cuanto al potencial de información que genera, posibilitando mejoras productivas, sanitarias o certificando atributos. Modifiquemos el sistema, potenciándolo para beneficio general. Política sanitaria exitosa es la que tiene el apoyo del productor, sin su respaldo, fracasará.

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