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Más que diez mochilas

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Quien analice nuestro sector agropecuario en la actualidad, no podrá dejar de considerar el surgimiento del movimiento Un Solo Uruguay, inicialmente generado por productores “autoconvocados” quienes reaccionaron ante la grave situación de la agropecuaria, la falta de respuestas y sensibilidad desde el gobierno.

La gota que derramó el vaso fue la negativa por parte del presidente Vázquez de otorgar una audiencia solicitada con urgencia por las gremiales agropecuarias, sobre fines del año pasado, ante la dura realidad sectorial.

El tradicional receso de fin de año y la quietud veraniega fueron sacudidos por un grupo de productores, prestadores de servicios agropecuarios, transportistas y comerciantes motivados por la indignación, quienes convocaron a una reunión en Paysandú a efectos de analizar la situación, reuniendo para su propia sorpresa casi 400 participantes.

Nació un colectivo multisectorial que por medio de las redes sociales generó, en pocos días una Asamblea en Durazno, movilizando a decenas de miles de ciudadanos desde todo el territorio, quienes se manifestaron con singular entusiasmo, orden y respeto, reclamando medidas concretas que permitieran paliar la crítica situación de la agropecuaria, así como los efectos en la economía del interior. Un solo Uruguay es un movimiento espontáneo, sin motivación político partidaria, multitudinario, que se organiza vía redes sociales y que cubre todo el territorio, superando ampliamente la capacidad de convocatoria de centenarias instituciones gremiales, sorprendidas por este fenómeno de movilización popular. Su razón de existir es un largo proceso de deterioro del clima de negocios en la agropecuaria que ha llevado a la pérdida de rentabilidad en toda la gama de los diversos rubros que la componen, la descapitalización generalizada, el endeudamiento y sus efectos en los demás sectores económicos por su gran peso relativo.

Las causas que llevaron a esta situación: dólar barato, aumento de la presión inflacionaria, tarifas públicas, mal estado de las rutas, aumento salarial, desvalorización del precio de la tierra, endeudamiento, acceso a mercados, impuestos, finalizando con los perjuicios hacia el sector agropecuario. Cada una de estas “mochilas” es merecedora de un extenso análisis pero no sería posible abordarlas con profundidad en esta columna. No obstante, creemos hay todavía razones adicionales que motivaron esta gran movilización y deberán ser consideradas por los distintos partidos políticos que inician la formulación de sus programas de gobierno, de cara a las elecciones generales del próximo año. Se impone una discusión respecto de las debilidades de nuestro sistema productivo frente a los efectos del cambio climático. A la vista están las dificultades que enfrenta el sector agrícola en una nueva zafra de verano con gigantescas pérdidas que se deberán sumar a las ocurridas en las últimas campañas.

También un abordaje integral de los temas medioambientales que enfrenta la producción. Pero, sobre todo, resolver la enorme falta de oportunidades de trabajar y vivir en el interior. La gran diferencia entre la capital y el resto del territorio en cuanto a servicios básicos que constitucionalmente debe proporcionar el Estado a todos.

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