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Nos toca a nosotros

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FELIPE PAULLIER
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Hace pocos días, se publicaron los resultados de una encuesta realizada por la Usina de Percepción Ciudadana respecto a la confianza de los uruguayos en las vacunas contra el COVID. Según el estudio realizado en diciembre, el 44% de los encuestados no estaría dispuesto a vacunarse contra el virus.

Este dato sorprende sobretodo en base a la gran expectativa que todos teníamos (y tenemos) con la llegada de la vacuna. En este mundo donde la información fluye en exceso, con tiempo que no alcanza para un adecuado análisis, nos enfrentamos a un enorme desafío: convencer de la seguridad y la necesidad de la vacunación.

La gran mayoría de los que critican las vacunas, ponen sobre la mesa el factor tiempo de desarrollo vacunal como algo determinante. Sin embargo, más que detenerse en el tiempo requerido, influido por la necesidad y, particularmente, los fondos invertidos en el desarrollo de un fármaco, lo importante es garantizar que todas las etapas en el proceso de investigación se realicen adecuadamente.

Previo a la pandemia, jamás hubo tanto dinero y colaboración entre privados, academia y gobiernos con un fin común. El desarrollo de las vacunas logró, afortunadamente, completarse en tiempos excepcionales respetando la totalidad de las fases, bajo un continuo y estricto control en línea con las buenas prácticas clínicas y de manufactura.

Según los ensayos clínicos realizados para las dos vacunas que comprará el gobierno uruguayo (Pfizer y Sinovac), la eficacia para prevenir muertes por COVID es mayor al 90%.En cuanto a seguridad, los efectos adversos reportados no difieren cuantitativamente con otras vacunas ya utilizadas hace años. La probabilidad de desarrollar efectos graves sobre la salud es mucho mayor por contraer la infección que por recibir la inmunización.

La efectividad de la vacuna en el control de la epidemia, es decir su resultado al administrarse a la población general, está condicionada por el porcentaje de población que la reciba. Por tanto, la decisión de uno, no solo lo condiciona individualmente, sino que nos condiciona a todos. Ni que hablar si consideramos a la población con mayores riesgos, por ejemplo, portadores de inmunodeficiencias como enfermos de cáncer, enfermedades autoinmunes o personas con VIH.

Más allá del COVID, las vacunas están en nuestras vidas desde que no tenemos memoria. De hecho, la primera de ellas (BCG) la recibimos a las 48 hs de nacidos. Históricamente, Uruguay ha tenido tasas muy altas de vacunación (arriba del 90%) para aquellas inmunizaciones incluidas en el Certificado Esquema de Vacunación. ¿Alguno se cuestionó hasta ahora la eficacia o la seguridad de la vacuna antitetánica que recibió y recibe cada 10 años? ¿Será el exceso de información que nos pone así de críticos? La introducción de las vacunas ha transformado la vida moderna erradicando enfermedades infecciosas y salvando innumerables vidas, el COVID no es una excepción a la regla.

Después de semanas de intenso trabajo y negociación, el gobierno aseguró la llegada de 3.750.000 dosis de vacunas contra el coronavirus. Claramente, la historia no termina con la compra y alcanzar tasas elevadas de cobertura vacunal va a condicionar el éxito en la etapa que sigue de la pandemia. Ahora, nos toca a nosotros.

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