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Empleo y juventud

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FELIPE PAULLIER
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Hace pocos días se abrieron las inscripciones para la novena edición de Yo Estudio y Trabajo. Este programa tiene como objetivo brindar una primera experiencia laboral a jóvenes de entre 16 y 20 años que estén estudiando en alguna institución de educación formal o no formal.

Las últimas cifras disponibles respecto al empleo juvenil en nuestro país, lamentablemente, reflejan una desmejora respecto a los números previos a la pandemia, pasando la barrera del 30%, continuando con la evolución negativa que se arrastra desde el 2015.

En este contexto, resulta capital dar continuidad a una política exitosa como Yo Estudio y Trabajo, que ha demostrado ser una herramienta valiosa para la vinculación del mundo educativo con el laboral, y que a lo largo de las ediciones previas ha impactado positivamente en la continuidad educativa de los jóvenes que han participado. En total, sumando las 8 ediciones previas, Yo Estudio y Trabajo ha permitido que más de 5000 jóvenes accedan a su primer experiencia laboral.

En esta edición, son casi 500 los puestos de trabajo en 57 localidades del país, que permitirán que los jóvenes participantes accedan a una primera experiencia laboral de una duración de entre 9 y 12 meses, acreditando estar estudiando y sosteniendo esta trayectoria académica a lo largo de la duración programa.

Esto último, resulta de especial importancia considerando las demandas cada vez más exigentes del mercado laboral en términos de capacitación y formación y, por lo tanto, es una variable determinante pensando en el impacto de mediano plazo sobre la vida de los jóvenes participantes.

Si bien cuantitativamente el programa Yo Estudio y Trabajo no revierte las tasas de desempleo juvenil en nuestro país, es una señal necesaria del gobierno en la materia y constituye una experiencia exitosa que con algunos ajustes podría amplificarse y, por qué no, extenderse también al sector privado.

En Uruguay, desde hace varios años se han promovido iniciativas con el objetivo de dar respuestas estructurales al desempleo juvenil. Los primeros proyectos datan de 1994 con la creación de Opción Joven, iniciativa promovida por el Instituto Nacional de la Juventud (INJU), y se continuaron con diversas iniciativas a lo largo de estos años buscando dar a los jóvenes primeras experiencias laborales. Más recientemente, en el año 2013 el Parlamento aprobó una ley de empleo juvenil (reglamentada en 2015 y modificada en 2018), donde se establecen diversas modalidades para la promoción del empleo para los menores de 29 años.

Sin embargo, la ley de empleo juvenil vigente no ha logrado revertir la tendencia en nuestro país y eso determina que seamos de los peores de la clase cuando analizamos comparativamente con la región el indicador de desempleo en menores de 25 años.

El contexto actual hace impostergable discutir el marco legal vigente y marcar una nueva hoja de ruta. Afortunadamente, así lo ha remarcado el Ministro de Trabajo Pablo Mieres y cuenta para ello con amplio apoyo desde diversas instituciones del Estado con competencia en la materia. Tenemos como país un enorme desafío para lograr la inclusión de más jóvenes en el mercado laboral, promoviendo herramientas acordes a los tiempos actuales, atractivas para el sector privado y sostenibles en el tiempo.

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