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El desafío del empleo

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FELIPE PAULLIER
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Casi el 30% de los jóvenes que en Uruguay buscan empleo no lo encuentran, una de las tasas más altas del continente. El desempleo juvenil es uno de los principales desafíos con los que comenzó este nuevo gobierno y un problema al que como país no hemos encontrado todavía una solución de fondo.

A diferencia con otros indicadores sociales, Uruguay se posiciona como uno de los peores de la clase, con tasas de desempleo juvenil entre las más altas del mundo. Los jóvenes en nuestro país enfrentan restricciones en el acceso al empleo no solo en cantidad sino en calidad, evidenciando mayores tasas de informalidad que la población general.

La situación se agudiza en función del sexo, nivel socio-económico y localidad, afectando más a las mujeres, al quintil más pobre y a los jóvenes del interior del país. El desempleo en Uruguay tiene rostro de mujer, joven, pobre y del interior.

Desde hace varios años, se han promovido iniciativas con el objetivo de dar respuestas estructurales al desempleo juvenil. Los primeros proyectos datan de 1994 con la creación de Opción Joven, iniciativa promovida por INJU que fue evolucionando hasta convertirse en el programa ProJoven, formalizado en el año 1996.

Más recientemente, en el año 2013 el Parlamento aprobó una ley de empleo juvenil (reglamentada en 2015 y modificada en 2018), donde se establecen diversas modalidades para la promoción del empleo para los menores de 29 años.

Sin embargo, al analizar la evolución de las tasas de ocupación y desempleo en los jóvenes, el impacto de estos esfuerzos evidencia un notorio fracaso que nos interpela hacia el futuro.

Además, nos enfrentamos a un escenario que se verá agudizado por el enlentecimiento económico que nuestro país sufre desde hace varios años, y que se verá acentuado con el reciente impacto de la pandemia que estamos enfrentando.

Como queda en evidencia, el tema del empleo juvenil es un desafío que debemos enfrentar con decisión y sentido de urgencia.

Afortunadamente, el empleo es la prioridad de quienes llevan el timón de las políticas económicas. Así lo ha demostrado la Ministra de Economía junto a su equipo, poniendo sobre la mesa soluciones y propuestas concretas para el corto y el largo plazo.

Debemos plantearnos la necesidad de la inclusión de más jóvenes en el mercado laboral desde una visión positiva, entendiendo el enorme potencial que tienen para aportar a la actividad económica y social.

La capacidad innovadora y creadora de las nuevas generaciones convierte a los jóvenes en agentes positivos de cambio; rupturistas frente a viejas prácticas y dinamizadores por naturaleza en el ámbito empresarial en que se desenvuelven.

La revolución de las tecnologías de la información ha posibilitado que muchas veces sean los jóvenes quienes pueden transmitir conocimiento, incrementando la productividad y agregando un valor que permea a toda la organización.

Tenemos hacia adelante un enorme desafío: encontrar herramientas acordes a los tiempos actuales y sostenibles en el tiempo para superar la exclusión de tantos jóvenes del mercado laboral.

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