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La lealtad en política

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FELIPE ALGORTA brit
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Dice Antoni Gutiérrez-Rubí en su artículo “El espíritu de la política”: La política debe recuperar la coherencia. 

El desgarro democrático entre la ciudadanía al ver como lo que se piensa, se dice y se hace se rompe en su cadena es -seguramente- una de las claves interpretativas de la frustración social y democrática. Hay que retomar la senda de la coherencia. Hay que hacer lo que se dice. Decir lo que se piensa. Pensar lo que se hace”.

Hoy el Uruguay cuenta con un gobierno coherente. Claro que recién comienza y que mucha agua pasará debajo del puente (de hecho ya pasó mucha), pero nadie puede decir que no se está haciendo lo que se dijo que se iba a hacer en todos los ámbitos de actuación. Ahí está la Ley de Urgente Consideración y su temario que refleja lo dicho en campaña electoral en cuanto a la reforma del gobierno de la educación, la no obligatoriedad de la bancarización, el control a las empresas del estado, el combate a la delincuencia, etc.

Hace unos días se anunció un acuerdo complementario en el cual se logran menores erogaciones para el país respecto a UPM2. Ante la pregunta de un periodista, el presidente aclaró que estas nuevas condiciones no implican ningún compromiso extra. ¿Cómo se logró esto? Repregunta otro periodista. Asumiendo que un gobierno debe representar los intereses nacionales y se debe velar por un acuerdo justo, responde el presidente.

Y eso es lo que la gente reclamó siempre, un acuerdo justo. ¿Por qué la inversión de UPM2 es cuestionada, como no lo fueron Botnia y Montes del Plata en el pasado? Seguramente porque quienes estaban al frente de la negociación eran los mismos que estuvieron al frente de varios negocios ruinosos para el Estado.

Salvo por los dudosos grupos ambientalistas argentinos, en el Uruguay hubo un respaldo casi unánime. En el año 2004 en un hecho histórico, el Partido Nacional a través del diputado Borsari llamó a sala a los entonces ministros de Relaciones Exteriores y de Vivienda, Gargano y Arana respectivamente, pero no para cuestionarlos sino para demostrar el apoyo total del espectro político ante los emprendimientos que se estaban instalando y que iniciaban un conflicto binacional con Argentina.

Hubo en ese momento como lo hay ahora, coherencia. ¿Se imaginan a Lacalle Pou yendo a buscar a la empresa Aratirí para convencerlos de que inviertan en Uruguay luego de haber sido un duro opositor al fracasado proyecto?

Un Tabaré Vázquez en cuarteles de otoño, sale a la prensa a decir que no dijo lo que dijo cuando dijo que había que entrar en una cuarentena obligatoria. El mismo Vázquez que dijo que había que entrar en default en 2002 o que dijo que las plantas de celulosa contaminaban y luego hasta le pidió a Bush que le prestara los Marines en caso de conflicto armado con Argentina.

El Partido Nacional ha demostrado siempre lealtad institucional. Ha estado siempre del lado de la inversión, de los acuerdos, de los tratados, del respeto a los compromisos asumidos, y en cualquier lado del mostrador, siendo gobierno u oposición, porque primero está el país. Quien hoy es presidente, pudiendo tribunear como lo hizo y hace Vázquez, optó por decir la verdad. Lo firmado se respeta, lo que se pueda mejorar se hará y se hizo. Cuando hay coherencia hay previsibilidad y así funcionan los países serios porque son la clave para lograr la prosperidad.

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