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Jubilados y su ajuste

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El viernes pasado el INE publicó el valor del Índice Medio de Salarios (IMS) del mes de diciembre que completa la evolución de todo el año. Una lectura inocente de la cifra publicada nos dice que el salario real tuvo un crecimiento de 0.4% en el 2015. Esto resulta bastante sorprendente, conociendo en términos generales cuáles eran las pautas del Poder Ejecutivo, los compromisos de Consejos anteriores y los resultados efectivos que tuvieron las negociaciones de los Consejos de Salarios.

El viernes pasado el INE publicó el valor del Índice Medio de Salarios (IMS) del mes de diciembre que completa la evolución de todo el año. Una lectura inocente de la cifra publicada nos dice que el salario real tuvo un crecimiento de 0.4% en el 2015. Esto resulta bastante sorprendente, conociendo en términos generales cuáles eran las pautas del Poder Ejecutivo, los compromisos de Consejos anteriores y los resultados efectivos que tuvieron las negociaciones de los Consejos de Salarios.

Esta sorpresa nos obliga a analizar si efectivamente estamos frente a un fenómeno de desaceleración abrupta de los incrementos salariales o es que simplemente por una negociación extremadamente dilatada en el tiempo el índice calculado no refleja cabalmente los verdaderos aumentos que fueron negociados. Tomemos algunos ejemplos que ilustran sobre lo que está pasando en sectores que agrupan a importantes contingentes de trabajadores y que por lo tanto inciden significativamente en el IMS.

Enseñanza privada: el convenio anterior venció en julio de 2015 y las negociaciones se retoman en febrero.

Comercio minorista: el convenio anterior venció en junio de 2015. Se terminó firmando el nuevo en enero de 2016. Salud privada: el nuevo convenio se firmó a fines de setiembre, pero el nuevo formato propuesto por el Poder Ejecutivo implicó que durante el año solo se recibió la mitad del aumento, difiriéndose el resto para enero de 2016.

La acumulación de todos estos efectos difiere una parte no menor de los aumentos que deberían haberse reflejado en el año 2015 y por ende en el IMS de ese año, para enero y posiblemente febrero del año 2016. Es difícil estimar la incidencia de todo esto pero estamos pensando que puede rondar el 1.5%. Si esto es así el aumento de salario real de 2015 podría rondar el 1.8% en lugar del modesto 0.4% que surge de los datos. El lector se preguntará cuál es la relevancia de todo esto. Para los trabajadores se trata de un retraso en el cobro de los aumentos pero en definitiva los terminarán percibiendo unos meses más tarde con las correspondientes retroactividades. Sin embargo el problema mayor se genera con las pasividades cuyo ajuste es anual y se rige por la evolución del IMS del año anterior que como vimos no pudo reflejar el incremento real de los salarios que tuvo lugar. Es así que, si estas estimaciones son ciertas los pasivos no cobrarán esa diferencia hasta el año 2017. Durante todo el año 2016 dejarán de percibir el equivalente a alrededor de 18% de lo que perciben en un mes. Este ahorro ayudará a financiar el abultado déficit fiscal del Gobierno. Esto podría ser una cifra del orden de los 50 millones de dólares. Esta “contribución” a las arcas públicas operaría por única vez siempre y cuando en este año los convenios que vencen en junio no se terminen firmando en enero del 2017. Desgraciadamente no es un escenario que se pueda descartar ya que el Poder Ejecutivo podría valorar que este atraso es funcional al logro de “equilibrios macro-económicos” y operar activamente en la demora del cierre de las próximas negociaciones salariales.

La tónica de la conducción sigue siendo patear la pelota para adelante sin poner ningún freno al gasto corriente del sector público. Aunque en una de esas encontramos petróleo y nos salvamos...

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Fanny Trylesinski

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