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Eterno mirar al pasado

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El gobierno y el Fren-te Amplio sostienen permanentemente -palabra más o menos- que nada bueno hubo hasta el 2005, y que lo que hoy de malo hay es consecuencia del pasado. Parece mentira, pero se dicen cosas como que antes del Fonasa los uruguayos no tenían Salud, o que las políticas sociales son una creación de estos años. Hasta se desarrollan teorías que sitúan la raíz de la inseguridad pública en las políticas de los gobiernos anteriores.

La respuesta condicionada ante cualquier crítica es siempre la misma: la raíz de los problemas está en el “antes”; sea el 2004 o los ’90. Lo que no terminan de darse cuenta es que ya pasaron 13 años de gobiernos frenteamplistas y 23 años desde que los blancos fueron gobierno.

El Uruguay de aquellos años era bien diferente. El mundo cambió. Aparecieron la madera, la celulosa y la soja; y el valor de la carne no tiene nada que ver con el de antes. Cambiaron las costumbres, la tecnología, las comunicaciones, las corrientes de inversión, y muchas otras cosas. En 2005 el país estaba dejando la crisis atrás y subía el empleo, augurando años en que la coyuntura externa fue tremendamente favorable.

Pasados tantos años, el Frente Amplio no puede afirmar que no es responsable de lo que está pasando con la inseguridad pública; de que no es responsable de los problemas que existen en la Educación, en la Salud, en la persistencia de los asentamientos, la afectación del medio ambiente, y suma y sigue.

Claro que ni al Frente Amplio ni a ningún partido político se le puede exigir que mágicamente resuelva los temas. Lo que sí se le puede y debe exigir es que trace un rumbo y lo siga para, más o menos rápidamente, lograr resultados. Acá ni se trazó el rumbo ni se van logrando resultados. Pasados tantos años en que el dinero no fue el problema, y en que se tuvo mayoría parlamentaria, muchísimos asuntos se analizan y discuten como si fuera la primera vez que aparecieran. En muchos temas, además, es visible la puja constante entre los representantes políticos y sindicalistas -todos frentistas- como claramente se ve en la Salud y en la Educación.

Durante estos años el Partido Nacional criticó, pero también aportó en la discusión parlamentaria, partidaria y sectorial. Sin ir más lejos, hace pocos días, el senador Lacalle Pou le ofrecía al gobierno, tal como lo hace anualmente, un conjunto de ideas y propuestas sobre una variada temática.

El partido que gane las próximas elecciones lo hará seguramente sin mayorías parlamentarias. Esto implica retomar la cultura del diálogo político, de la negociación y de los acuerdos, prácticas estas que hacen a la esencia de la cultura democrática. Proceder de esa manera conlleva aceptar las diferencias, ser receptivo al pensamiento del otro sin descalificar a priori sus ideas. Implica abandonar la cultura del “nosotros y ellos”, de los “buenos y los malos” que es la base de la prédica de muchos sectores del Frente Amplio. Estos han preconizado que la “izquierda” era la suma de todo lo bueno, presentando al resto de los partidos como la encarnación del mal.

Empezar a solucionar el tema de la seguridad pasa, también, por dejar de mirar al pasado, aceptar los errores y buscar consensos políticos y sociales para políticas y medidas eficaces y de largo aliento.

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