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El mejor

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Juan Martín Posadas
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Esta vez las elecciones, aunque mantengan una fecha fijada, se han anticipado en el ánimo de la gente y, sobre todo, en el ánimo del personal político partidario. Eso se debe a que está en el aire que no solamente habrá cambio de gobierno sino que hay un cambio de época, es el final de un período.

Como es sabido, el lenguaje, las palabras empleadas, tanto reflejan los conceptos y los razonamientos que subyacen como aprisionan —y a veces traicionan— esos razonamientos. La palabra "el mejor", utilizada por políticos, politólogos y periodista en las reflexiones sobre este tiempo, tiene un riesgo.

Uno ha escuchado en discursos de algún candidato la promesa o el compromiso de poner a los mejores en cada cargo, sin referencia o distinción de color político alguno. Aquí subyace un equívoco que falsifica buenas intenciones y lleva al error. El equívoco subyacente consiste en creer que cada problema o cada área de gobierno tiene una única solución. En consecuencia, el que mejor sepa o demuestre saber sobre esa área (sea economía, relaciones internacionales, industria, educación, vivienda o lo que sea) ese será el más indicado para ocupar la respectiva cartera, prescindiendo de sus ideas y adhesiones políticas.

Lo que pasa es que, al no haber —y no lo hay— una única solución para cada problema, no hay tampoco un ejecutor mejor para realizarla. Llamar a un casting, como ha hecho Novick, es caer en ese desatino; no es correcto el método por cuanto las decisiones de gobierno siempre son políticas. De todos los enfoques posibles del problema la elección final sobre el camino a tomar es una decisión política.

Esto no quiere decir que las opciones y decisiones políticas puedan ser desinformadas o concebidas en la ignorancia de los elementos científicos o técnicos pertinentes. Bastantes destrozos han hecho los ignorantes que proyectaron el corredor Garzón, la regasificadora, el puerto de aguas profundas y otras yerbas. Decisión política no quiere decir desinformada o caprichosa.

También genera confusión el concepto de mejor cuando la reflexión política se dirige a las candidaturas y a las condiciones de los candidatos. En términos generales las condiciones que debe reunir un gobernante son muchas y muy altas. Esto lleva a algunos ciudadanos a decir que ninguno de los candidatos está a la altura y que, por tanto, votar a cualquiera de ellos es una temeridad de la cual no quieren ser parte o simplemente no les despierta el interés suficiente.

Otra variante de esto es la que produce la nostalgia: el recuerdo de la enorme talla política de algunas figuras del pasado a veces es paralizante para algunos ciudadanos; también en este caso el concepto de el mejor obra en contra.

Tanto en un caso como en el otro el ciudadano debe tener en cuenta que a lo que está convocado el día de las elecciones no es a optar por quien tenga las condiciones que a él (el votante) le parecen óptimas o que esté a la altura de la memoria, sino que está llamado a pronunciarse sobre los candidatos que efectivamente se han presentado a esa contienda electoral. Una elección, valga la redundancia, es para elegir entre los postulantes presentes y compitiendo. Le conformen o no a Usted, el hecho es que uno de esos candidatos va a ganar y va a ganar por una única condición: haber sumado más votos que los otros.

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