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Dudas y certezas

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Juan Martín Posadas
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En este año que corre nuestro país se verá enfrentado a certezas y a incertidumbres muy precisas en la esfera política. Hay cosas que con seguridad van a suceder y otras que no se sabe.

Es seguro que este año habrá elecciones (lo cual, mirando lo que pasa en el mundo, no es poca cosa) pero, a esta altura, no se sabe quién será el ganador. Esta incertidumbre respecto al ganador genera, paradójicamente, una certeza: el que logre ganar lo hará por poco margen, no tendrá mayorías absolutas y, en consecuencia, para poder gobernar necesitará armar una coalición.

Esta situación determina que los actores políticos que compiten en el escenario nacional tengan que prepararse para enfrentar tanto las certezas como las incertidumbres; equivocarse en ello significará no haber interpretado correctamente la realidad y ya se sabe que la peor confusión en política es confundir la realidad. En atención a lo que proclaman las encuestas, el desafiante es el Partido Nacional. Pues bien, es notorio que este está enfrentando la probabilidad (incertidumbre) de ganar con una proclamada y preparada disposición a formar una coalición para gobernar; su certeza, si la incertidumbre del resultado se disipa a su favor, refiere a la coalición que le permitirá gobernar.

El Frente Amplio, por su parte, enfrenta la misma incertidumbre respecto a si podrá ser el ganador de las elecciones o no: sus principales dirigen-tes así lo reconocen y, aunque auguren una victoria, ninguno está en ese punto tan fuera de la realidad como para esperar otro triunfo aplastante que les vuelva a otorgar mayorías absolutas. Es decir: todos en el Frente Amplio saben que pueden ganar o perder las próximas elecciones pero saben con absoluta certeza que si ganan no tendrán mayorías propias para gobernar por sí mismos. Aún sabiendo todo esto con certeza, no han hablado de coalición de gobierno y todo indica que ni les ha pasado por la cabeza prepararse para tal forma de gobernar.

Tal contradicción pone de manifiesto que el partido político más numeroso e influyente del Uruguay de hoy vive un período de profunda desorientación y apartamiento de la realidad. ¿Coaligados con quién piensan que van a gobernar si ganan nuevamente? ¿Qué pasos están dando para preparar políticamente y mentalmente a sus candidatos y dirigentes en ese sentido? ¿Qué consistencia o densidad puede tener lo que prometen Martínez o Cosse si no se percibe en ellos el haberse dado cuenta que, si ganan (incertidumbre), van a tener que acordar con otro Partido para poder gobernar (certeza).

No es lo principal de este asunto, pero resulta demostrativo de la vastedad de los espacios vacíos que existen en la reflexión política actual, el hecho que ningún analista político o comentarista haya incorporado esto a sus reflexiones.

Lo que sí es principal es sopesar las diferencias enormes —diferencias de fondo— que quedan de manifiesto entre quienes se dan cuenta de esta realidad y hacen lugar —mental y programático— a la preparación de una coalición (para que su propuesta electoral suene por lo menos verosímil y para que su elenco político se vaya haciendo a la idea de compartir) y aquellos otros a quienes, sea por su historia reciente y/o por su ADN antiguo, les cuesta tanto concebir o imaginar otra forma de presencia política y de gobierno que no sea absoluta, única, total, excluyente y no compartida.

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