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Discusiones tan reviejas

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juan martín posadas
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Resulta asombroso comprobar lo que duran ciertas discusiones en el Uruguay.

Se vuelven viejas, achacosas, decrépitas, pero ahí están. El Presidente Lacalle Pou dijo en Méjico que en Cuba, Venezuela y Nicaragua no hay democracia. Y saltó la réplica y se encrespó una vez más la vieja, viejísima polémica. Volvió a ocupar titulares en los diarios como hace 25 años en unos casos o 60 y pico en el caso de Cuba.

Uno podría inclinarse a pensar -siempre buscando entender lo que, por prolongado, termina siendo incomprensible- que la reacción a las palabras de Lacalle Pou podría provenir de lo que va quedando de los viejos luchadores, ex revolucionarios (de hecho o de nombre) impedidos por la edad de aceptar ahora que sus sueños juveniles -generosos y bienintencionados en muchos casos- hayan quedado por el camino, un camino que nunca acaba (porque es camino que no lleva) y, ya con causal jubilatoria, no están con ánimo como para examinarse y enfrentarse a sí mismos. Pero, no; hay muchos y notorios jóvenes, tales como los Diputados Nuñez o Caggiani, para los cuales el viejo tabernáculo todavía está habitado.

Se han levantado voces airadas exigiendo que el Presidente incluya en la crítica lista a otros países igualmente no democráticos. He oído a quienes, creyéndose sostenidos por un argumento de irrefutable astucia, arrojan el desafío: ¿a qué Lacalle no se anima a decir que China no es democrática? Estoy seguro que Luis Lacalle no tiene ningún inconveniente en decir que China no es una democracia, porque no lo es. Y estoy más seguro todavía que ningún chino tendría inconveniente en decirlo. China no es una democracia y no pretende serlo ni aparentarlo. Y ahí está la gran diferencia con Cuba, Venezuela o Nicaragua. Estos tres países vienen tratando, hace años, de convencernos mediante toda clase de cabriolas intelectuales de que son lo que no son. En China no hay engaño ni necesidad de aparentar.

Pero no deja de ser asombroso que compatriotas nuestros vuelvan a acometer la vieja y desgastada tarea de sostener mitos difuntos y defender gastadas imposturas. ¿Qué significa Cuba hoy para el Uruguay? Fue mucho, evidentemente (bueno o malo es otro cantar) pero actualmente no es nada: la cantidad de cubanos que anda por nuestras calles con un alivio visible se los está mostrando. ¿Qué es Venezuela hoy para el Uruguay? ¿Hoy que no tiene petrodólares y se ha callado la voz del pajarito? ¿y qué es Nicaragua donde la revolución más pura fue traicionada por el pederasta que hoy la tiraniza?

La obsesión se confunde con fidelidad en muchos estamentos frenteamplistas: las frustraciones han desgastado los viejos amores pero la repetición reconforta (aunque sea solo repetición). Todo el asunto se muere de viejo pero ciertos uruguayos de izquierda siguen repitiendo de memoria consignas de otra era, mentando el bloqueo, acusando a la CIA, la conjura de Atlanta, la gran prensa y a todos los sempiternos demonios para cubrir con ese raído manto la agonía de tantas decepciones y derrotas.

¡Cuánto duran en nuestro país las viejas discusiones! ¡Cuán imposible se torna en ese panorama discutir verdaderamente, es decir, buscando! ¡Qué aburrida es esa izquierda tan devota de sus nostalgias!

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