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Venimos, ahora sí

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DIEGO FISCHER
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Y llegamos. Estamos en las gateras. En siete días volvemos a las urnas; ahora sí para consolidar el cambio que iniciamos el pasado 27 de octubre.

Parafraseando a Luis Lacalle, venimos. Esa marea de esperanza e ilusiones se ha instalado en todo el país y se percibe en la calle, en la gente. Ciudadanos de a pie que, en períodos electorales anteriores, guardaban silencio o no se manifestaban públicamente, hoy expresan su confianza por lo que las urnas dictaminarán. No es triunfalismo, sino un estado de ánimo que gana a más y más gente en la cuenta regresiva hacia el domingo 24.

Esperanza, ilusión y alegría por un nuevo tiempo que ya comenzó. Un tiempo de encuentro entre los uruguayos que soñamos y queremos dar batalla por un país mejor.

Un Uruguay en el que no se divida a la gente entre oligarcas y pueblo, que no se etiquete a las personas de cajetillas y se las desprecie por haber estudiado y haber obtenido un título universitario auténtico. Un país que no castigue con impuestos imposibles al que intenta ganarse la vida honestamente.

Un país en el que no se financie a la pobreza y condene a miles de compatriotas al círculo perverso de la miseria y la ignorancia. Un Uruguay en el que una patota de dirigentes gremiales no marque la agenda del gobierno y en el que las multinacionales no obliguen al gobierno a aprobar normas a su medida.

¿Pensó qué bueno será recuperar el orgullo de ser uruguayo y no sentir más vergüenza porque el gobierno apoya a la dictadura de Nicolás Maduro? O indignarse al ver cómo el expresidente José Mujica celebra con Ali Babá y los cuarenta ladrones del barrio, la liberación de su amigo Lula Da Silva, encarcelado por corrupción y luego de haber presidido el gobierno más corrupto de la historia de Brasil.

¿Se imagina usted no tener que escuchar más la sarta de mentiras de los Bonomi, las Arismendi, los Murro, las Moreira y toda su claque?

El 24 se cierra un largo período de quince años en el que no faltó nada. De buena fe muchos uruguayos votaron en tres ocasiones a una fuerza política cuyo último vicepresidente Raúl Sendic pregonaba a voz en cuello que en la izquierda no había corrupción. “Si es de izquierda no es corrupto. Si es corrupto no es de izquierda”. Meses después debió renunciar a su cargo. Hoy está procesado por peculado y abuso de funciones y no ha sido juzgado aún por el desfalco de Ancap.

Fue durante estos mismos gobiernos que los asesinatos y las rapiñas se elevaron a cifras siderales. No es necesario recordarlas aquí, todos los uruguayos padecemos de la inseguridad. La fuga del mafioso Roque Morabito de la Cárcel Central el pasado mes de junio es la mejor síntesis de lo que ha hecho en materia de seguridad el Frente Amplio. Así como las cifras oficiales sobre la deserción estudiantil en el ciclo básico nos dicen lo que hizo con la educación.

“No pensemos en que se van, pensemos en que venimos, que es mucho más lindo e importante”, afirmó Lacalle días atrás. Es cierto, venimos. Somos blancos, colorados, cabildantes, independientes y del partido de la gente. Somos como esas mareas que devuelven a la orilla lo que ese mismo mar una vez arrebató. Es el futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos lo que llega el 24 de noviembre. ¡Ahora sí!

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