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Vacunarse por la vida y por todos

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DIEGO FISCHER
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Sí, estamos todos hartos. Cansados de esta peste que parece no tener fin y que nos ha cambiado la vida y cómo, en el último año. A lo largo de todo este tiempo hemos atravesado por todos los estados de ánimo y hemos sentido miedo, incertidumbre, soledad y también ilusión y esperanza.

Hoy nuevamente estamos en uno de esos momentos en que el temor y la desesperanza pretenden ganarnos la partida. Se baten récords de casos cada día y las Centros de Tratamiento Intensivo (CTI) en el norte del país trabajan a capacidad completa.

¿Qué pasó? O ¿qué hicimos mal para que hoy hayamos retrocedido tantos casilleros en una partida que veníamos ganando? Hubo de todo, irresponsabilidad individual, exceso de confianza en muchos compatriotas, imprudencia y cinismo en dirigentes sindicales y en integrantes de organizaciones sociales que desoyeron recomendaciones y prevenciones y se volcaron a las calles a protestar y reclamar por sus mezquinos intereses. No les importó poner en jaque la salud de toda la sociedad, el tema era defender su chacra a cualquier precio. Las consecuencias están a la vista. Y aunque no fueron los únicos su actitud fue un pésimo ejemplo que otros emularon.

Hubo y hay también fiestas clandestinas y aglomeraciones de jóvenes que, creyéndose inmunes a la pandemia, hoy forman parte de los casos que diariamente reporta el Ministerio de Salud Pública (MSP).

Un año atrás y durante varios meses era muy raro o excepcional conocer a una persona enferma de Covid-19; hoy no existe familia, núcleo social que no haya tenido un integrante con coronavirus o que esté cursando la enfermedad, al margen de los que hemos tenido que cumplir cuarentenas preventivas.

Hasta el mes pasado eran muchos, muchísimos los compatriotas que decían que no iban a vacunarse. En su mayoría argumentaban razones políticas. Como si el virus eligiera a sus víctimas de acuerdo a su ideología. Sería como afirmar que hay Covid de derecha y Covid de izquierda. Siguiendo su razonamiento, estas personas no se vacunarían porque las vacunas fueron importadas por un gobierno que no votaron; y oposición se es hasta el ridículo. Así quedó en evidencia el primer fin de semana de marzo cuando comenzó la vacunación y los vacunatorios tuvieron que cerrar antes de hora por falta de gente.

La situación parece haber cambiado en los últimos días, cuando las cifras empezaron a superar ampliamente la barrera de los mil enfermos nuevos diarios. Allí y en masa, todos se lanzaron a pedir día y hora por los canales dispuestos por el MSP. La avalancha fue tal que el sistema colapsó. Según el subsecretario de Salud Pública, José Luis Satdjian hasta ayer viernes se habían vacunado 280 mil personas y estimó que a partir de este fin de semana se llegará a vacunar diariamente al “1 por ciento de la población”.

Horas antes, el ministro de Salud, Daniel Salinas salió a explicar la situación y a pedir disculpas por la incapacidad del sistema en atender las solicitudes.

Que la bronca que muchos sienten por la ineficiencia del sistema del MSP, sea el síntoma de un cambio de postura frente a la vacuna. Vacunarse es militar por la vida. Recordemos que en el Uruguay están aseguradas las vacunas para todos, no existen vacunatorios vips donde solo acceden los políticos y los amigos del poder.

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